Gabriel —nombre ficticio por seguridad— conoció a Carlos Marroquín y a Víctor Santana frente a una venta de patinetas ubicada en el centro comercial San Luis, en San Salvador. Los había presentado, a mediados del año 2014, Celina María Guerra, actual directora de Formación Política de Nuevas Ideas.
— ¿Vos qué haces?
Marroquín, conocido como Sliptone y quien en esa época lucía una abundante cabellera larga y suelta, contó que era artista urbano y que había hecho trabajo organizativo de jóvenes en varias comunidades de San Martín y Cuscatancingo.
En ese momento, según Gabriel, le dijo dos cosas más: que estaba dispuesto a «entrarle» al trabajo organizativo en la capital y que quería conocer personalmente a Nayib Bukele para «plantearle las cosas».
Entre septiembre y octubre de ese mismo año, Gabriel, Marroquín y Santana fueron a la casa de Bukele en Quintas de Santa Elena, en Antiguo Cuscatlán. Las reuniones del equipo de campaña eran celebradas en la Situation Room, es decir, en la oficina del entonces candidato a alcalde de San Salvador por el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), en la que tenía un escritorio de vidrio, las paredes adornadas con fotografías de Steve Jobs, carteles de publicidad norteamericana y una repisa con unos pocos libros.
Gabriel recordó que en la repisa había una edición de Las 48 Leyes del Poder, de Robert Greene; una biografía de Barack Obama; y una especie de memorias del rapero Curtis Jackson, conocido artísticamente como 50 Cent. Marroquín también tenía ese libro y fue gracias a esa coincidencia de lecturas que empatizaron rápidamente.
En las siguientes semanas, Marroquín se sumó al Movimiento Ahora que se encargaba de organizar las visitas del candidato a las comunidades. Pero el equipo de activistas, financiados por una parte de la cúpula del partido de izquierdas, tenía un problema: la mayoría de los barrios, comunidades y colonias estaban bajo el control homicida del Barrio 18 y la Mara Salvatrucha (MS-13).
De acuerdo con Gabriel, el nuevo miembro del equipo ya llevaba una solución en el bolsillo: reunirse con los cabecillas pandilleros y pedirles permiso para entrar.
«Ahí se empezó a desarrollar una relación entre Slip y los Hermanos Bukele», agregó.
Con el nuevo activista el mensaje de Bukele llegó a las comunidades y las colonias que solían ser consideradas peligrosas como El Coro, La Peralta, Barrio Lourdes, La Chacra, Aragón II, El Cañito, San Cristóbal, entre otras que geográficamente han sido identificadas como territorio bajo el control del Barrio 18, tanto de su facción Sureños como Revolucionarios. Y las prioridades también cambiaron: más que repartir camisetas cian con la ene y comida era más importante llevar cemento para construir túmulos.
Entre diciembre de 2014 y febrero de 2015 ocurrieron dos eventos que impulsaron a Gabriel a distanciarse del entonces proyecto político en gestación que finalmente devino en el partido Nuevas Ideas: la primera fue una reunión en la colonia IVU, organizada por Marroquín, en la que participaron cabecillas pandilleros y líderes comunitarios con Nayib Bukele y su equipo en la que los últimos aceptaron construirles túmulos en las calles principales y entregarles hornos para panadería, así como también remodelarles la cancha de fútbol, lo que cumplió a mediados de 2016, con un costo total de 109 mil 831 dólares, financiando casi la mitad del proyecto con el dinero obtenido de la venta de una camioneta Toyota Prado que había comprado, para su uso, el exalcalde Norman Noel Quijano González, según consta en el acta municipal extraordinaria del 18 julio de ese mismo año.
La otra sucedió en la Comunidad Las Palmas: entre el 26 y 27 de diciembre de 2014, Marroquín organizó una fiesta decembrina para los niños de ese lugar al que Nayib llegó con un camión lleno de juguetes para regalar. No celebró mitin, pero sí aprovechó para saludar a sus simpatizantes y fotografiarse con ellos. En medio de la algarabía el candidato se subió al camión y lanzó los regalos a la muchedumbre.
Nayib se cansó y dejó varias bolsas llenas de juguetes. Entonces Marroquín, según Gabriel, se acercó a ordenar que nadie tocara los regalos. Y ocurrió el siguiente desencuentro:
— Pero todas son para acá, hay que darlas.
— Sí, todas son para acá, pero no las toqués.
— Que me venga a decir Xavi (Bukele) o Sofía (Medina) porque yo sé que todas son para acá.
Transcurridos algunos minutos, recordó Gabriel, llegó Xavier Zablah a pedir que dejara las bolsas restantes porque eran para «los muchachos».
«Era como una especie de cuota que se les estaba pagando (…) las actividades en el territorio cambiaban porque él (Marroquín) tenía que cumplirles a ellos (pandilleros)», explicó.
En agosto de 2015, tres meses después de que Bukele asumiera como edil, la inteligencia de la Policía Nacional Civil (PNC) comenzó a registrar información de una supuesta cadena de favores de la alcaldía capitalina a las pandillas. Y el enlace para cumplirlos era Carlos Amílcar Marroquín Chica, entonces ya convertido en jefe de la Unidad de Reconstrucción del Tejido Social de la municipalidad.
Con la verificación de archivos municipales de distinta índole, incluyendo las actas de las reuniones del concejo; tres testimonios de personas que fueron aliados de Bukele; y documentos elaborados por la inteligencia de la PNC, facilitados por Distribuited Denial of Secrets (DDoSecrets) a Revista Elementos, se reconstruye los pasos que Marroquín anduvo para convertirse en uno de los hombres más importantes del círculo que impulsó a Bukele en su ascenso al poder.
El papel de Marroquín, de acuerdo con los documentos confidenciales de la PNC y los exfuncionarios municipales consultados, fue garantizar el acceso seguro de Bukele a los barrios, comunidades y colonias controladas por esas estructuras criminales y luego mantener vigentes los términos de los pactos a los que llegaron que pudieron incluir, según las exigencias de cada clica y tribu, concesiones como facilitarles el uso de los vehículos institucionales, contratar pandilleros o a sus parientes en la alcaldía —exactamente igual a como ocurrió en Ilopango en la administración del fallecido Salvador Ruano, de Alianza Republicana Nacionalista (ARENA)—, celebrarles fiestas, entre otras.
Revista Elementos escribió al número telefónico personal de Marroquín para escuchar su versión de los señalamientos realizados por la PNC, pero dejó en visto el mensaje.
En uno de los informes policiales, fechado el 8 de septiembre de 2015, y subtitulado Infiltración por parte de la pandilla 18R en instituciones públicas, se detalla que Marroquín prometió al Barrio 18 facción Revolucionarios que «dentro de un mes van a despedir a los promotores de esa alcaldía» con el propósito de «poder ingresar a personas que tengan vínculo con pandilleros para así poder (tener) mayor comunicación con las pandilla».
Lo que Marroquín no sabía era que uno de los líderes del Barrio 18 con los que negociaba colaboraba directamente con investigadores de la PNC: había revelado los nombres de palabreros que posteriormente fueron capturados y había alertado sobre atentados contra policías y prominentes funcionarios, así como también había informado sobre algunos planes criminales que se coordinaban desde centros penales.
Pero, ¿la administración de Bukele hizo esas contrataciones en la alcaldía?
En las actas municipales de los primeros seis meses quedaron registradas docenas de despidos de promotores y jefes de participación ciudadana, así como su respectivo reemplazo. También ocurrió la supresión definitiva de plazas. Y, como quedó constancia, todo fue ordenado por el mismo Bukele.
Un ejemplo es la contratación de Edwin Asael Ramírez Guardado, con un salario de 1 mil 874 dólares mensuales, como jefe de Participación Ciudadana, quedando subordinados a él todos los promotores de distrito y las respectivas jefaturas.
Josefina —exfuncionaria cuya identidad es protegida por su seguridad— explicó que el principal indicio que detectó es que los nuevos promotores contratados provenían de territorios controlados por las pandillas en los que era imposible entrar sin el aval de los palabreros.
La función de los promotores es crear las directivas locales y apoyarlos en la elaboración de proyectos, así como en la ejecución de programas sociales, educativos y deportivos. Cada distrito tiene un jefe de Participación Ciudadana y cada jefe de Participación Ciudadana tiene a cargo un aproximado de diez promotores.
A finales de enero de 2019, el entonces nuevo alcalde Ernesto Muyshondt, con la justificación que se dedicaban únicamente al activismo político, despidió a una parte de esos empleados que Bukele había contratado.
Ramírez Guardado, de acuerdo con dos exfuncionarios que desempeñaron importantes cargos en la administración de Bukele en San Salvador, respondía directamente a Karim Bukele y fue uno de los negociadores más destacados que mediaron para que los pandilleros permitieran, entre otras cosas, la construcción del Mercado Cuscatlán y el reordenamiento del Centro Histórico.
En septiembre de 2020, sin embargo, se filtró en redes sociales un video donde Ramírez se mostraba abierto a dialogar con esas organizaciones criminales; Nuevas Ideas lo proscribió y le retiró la candidatura a diputado del Parlamento Centroamericano (Parlacen).
Lo cierto es que Ramírez se desempeñó como subgerente de Participación Ciudadana en la misma fecha en que Marroquín, según los documentos policiales y las fuentes consultadas, le ofrecía al Barrio 18 colocar a sus quinta columnas en las planillas municipales.
Paralelamente, además, la administración de ese momento tejía toda una estructura institucional que iba a permitirle dialogar con las pandillas para garantizar gobernabilidad mafiosa a Bukele.
La «unidad secreta»
El 16 de junio de 2015 fue creada la Unidad de Intervención Comunitaria —22 días después renombrada Unidad de Reconstrucción del Tejido Social—, como puede verificarse en el acuerdo municipal 8.1 y en el acta de la sesión extraordinaria del 8 de julio del mismo año. Su principal objetivo era «reconstruir el tejido social del municipio a través de proyectos, programas, talleres y demás intervenciones en los diferentes centros poblacionales vulnerables, a fin de generar participación de los miembros de los mismos (sic), integración social y prevención de la violencia».
Bukele nombró a Marroquín como jefe con un salario de 1 mil 400 dólares.
En el organigrama, la unidad a cargo de Marroquín quedó subordinada a la Gerencia de Desarrollo Social, administrada por Mario Edgardo Durán Gavidia.
Celina María Guerra fue nombrada técnico de Integración y Organización Social; David Alejandro Vásquez Reyes, técnico en Prevención y Promoción de las Artes y la Cultura; Denis Fernando Salinas Bermúdez, técnico en Promoción e Impulso de los Deportes. Este último, según El Faro.net, participó en las negociaciones del Gobierno de Bukele con la MS-13.
Paralelamente, la alcaldía creó un fondo de 25 mil dólares, bajo la responsabilidad de Marroquín para cubrir «gastos o adquisiciones originados por intervenciones y acciones implementadas (…) en las comunidades vulnerables de San Salvador», según consta en el acta de la sesión extraordinaria del 1 de enero de 2016. A eso debe sumarse la creación de una nueva caja chica por 1 mil dólares para «realizar pagos en efectivo».
Josefina recordó que la Unidad de Reconstrucción del Tejido Social «siempre fue secreta» porque nunca hubo rendición de cuentas del dinero asignado. Lo único que se supo, según ella, es que el dinero lo administraban Durán, Marroquín y Zablah Bukele, primo de Nayib, quien en la actualidad es el presidente de Nuevas Ideas, aunque en ese entonces no tenía ningún cargo oficial.
Todo eso, según ella, provocó conflictos entre quienes respondían al FMLN y quienes respondían a Bukele.
Se intentó contactar con las demás personas mencionadas en este texto pero tampoco hubo respuesta.
El Carnaval de Sliptone y los pandilleros
De acuerdo con otro informe confidencial de la PNC, fechado el 4 de enero de 2016, Marroquín se había comprometido con los palabreros del Barrio 18 a organizar un carnaval el 29 de diciembre de 2015; pero, según los agentes de inteligencia, les incumplió provocando su ira. Como muestra de buena voluntad ofreció reprogramarlo en enero, en un lugar conocido como Bambú, en Las Palmas.
Para ese entonces la inteligencia policial había perfilado a Marroquín como un empleado de la alcaldía de San Salvador que «tiene fuertes vínculos con pandilleros de la 18R».
En otro reporte de inteligencia policial, elaborado cuatro meses antes, y subtitulado Colaborador de la pandilla 18R, los agentes consignaron que Marroquín había tramitado transporte a la tribu 106 Gánster para trasladar el cadáver de un pandillero, de alias Tragamonedas, hacia Suchitoto, en Cuscatlán.
Los pandilleros, según el informe confidencial, pretendían «velarlo otra vez» en Suchitoto para después «enterrarlo en el cementerio de esa localidad». También iban a realizar un meeting con los criminales que habían previsto que llegaran de «diferentes sectores».
Pero Marroquín no solo se había convertido en el interlocutor entre la alcaldía capitalina gobernada por Nayib Bukele con el Barrio 18, sino también con la Mara Salvatrucha.
En el expediente fiscal REF. 13-UIF-2016, del caso denominado Operación Jaque, donde la Fiscalía General de la República (FGR) investigó las finanzas de la MS-13, quedó constancia de una reunión entre Marroquín y Durán con importantes cabecillas de esta estructura criminal en la sucursal de la Pizza Hut del centro comercial Multiplaza. Al final de ese encuentro Marroquín y Durán fueron retenidos por policías investigadores. Esta historia fue ampliamente documentada por el periódico El Faro, al igual que las negociaciones que Marroquín ha realizado con las pandillas desde el gobierno de la República.