PALABRAS PRELIMINARES
El objetivo de esta serie de artículos no es realizar un recorrido biográfico por la personalidad de Alberto Masferrer sino más bien, en un primer momento, presentar su obra de una forma novedosa, analítica e interpretativa para luego ahondar en las discusiones que se entablaron entorno a dicha figura tanto entre contemporáneos como entre hombres póstumos a él. En esta dirección este trabajo intentará ofrecer una apreciación de su legado a partir de investigaciones propias y a través de la comparación con otros autores nacionales e internacionales que han reflexionado sobre sus propuestas. Si bien es cierto, las décadas de mayor esplendor del autor fueron las de los veinte y treinta, es indiscutible que sus ideas siguieron teniendo eco muchos años después de su desaparición física, tanto en filósofos como en poetas, en artistas, en sociólogos, en políticos y en una amplia gama de profesionistas. Nadie que se jacte de conocer un poco de la historia nacional puede no haber tenido noticia de un Masferrer que hasta el día de hoy y, a pesar de los estudios realizados, sigue siendo muy poco comprendido –en algunos casos por desidia y en otros por malicia política–.
Es claro que la imagen actual que se tiene de Masferrer es la de un pensador bien intencionado quien con cierta ingenuidad y con recursos limitados intentó incursionar en el campo de la política a fin de mejorar las condiciones materiales de los ciudadanos de su época. Es evidente que la política es una disciplina que apasiona mucho a los hombres pero que hoy en día está desacreditada debido a los intereses mezquinos que la han llevado a su desnaturalización producto de su ejercicio alejado de los intereses del pueblo. También se debe resaltar que en muchos casos su obra tiende a simplificarse o descartarse por cierta parte de la academia bajo el pretexto de la sencillez de sus formas, pero dejando de lado la complejidad y la profundidad de su fondo. La serie de ensayos cortos que se irán publicando en esta revista parten de la idea de que Masferrer merece rigurosidad, seriedad y sistematización en cuanto al alcance de sus posturas; demostrarán que no debe demeritarse pero tampoco colocarse en un altar de manera ciega y sentimental.
Masferrer es un hombre escurridizo a las etiquetas, creativo e impredecible en cuanto a sus formulaciones; es un intelectual que está más bien preocupado porque lo entienda el pueblo que los eruditos de la academia, Masferrer es un hombre libre de ataduras ideológicas y de instituciones, es un hombre que obedece a su consciencia antes que a los que lo señalan con el dedo, es un hombre que comete errores pero que se atreve a decir cosas que muchos callan. Masferrer es un hombre honesto consigo mismo y con los demás, es un hombre humilde que dilucidó con diafanidad los problemas sociales que le agobiaban y que sus contemporáneos sufrieron en carne propia, es un hombre que sufrió penurias económicas como muchos salvadoreños de la actualidad y en los cuales su obra permanece viva, es un ser humano que se enamoró de la mujer como cualquier otro hombre que pisa la faz de la Tierra, en fin, Masferrer es «humano demasiado humano» parafraseando a Nietzsche y al mismo tiempo un patrimonio nacional en el sentido literal de la palabra ya que es un bien cultural intangible que debemos conservar y adecuar de manera flexible a nuestros tiempos, ya que los problemas actuales no distan mucho de los que vivió el maestro.
Masferrer se dedicó a una de las tareas más hermosas y placenteras que puede tener un ser humano, pero al mismo tiempo de las más sacrificadas y poco recompensadas que pueden cultivarse: leer y escribir. Masferrer leía porque así enriquecía no solo su intelecto sino también y por sobre todo, su espíritu, hizo de los libros sus amigos porque estos le eran incondicionalmente fieles y porque podía conversar con ellos cuando le apetecía, una vez ensanchado de su pecho por los ideales de sus autores predilectos se recogía sobre sí mismo para luego dar a luz a sus pequeñas pero magnificas obras; Masferrer no era un autor neutro sino que en sus letras imprimía sus sentimientos, frustraciones y anhelos. Masferrer era un hombre que hacía lo que quería en la medida que podía, era un hombre moldeable y acomodable, dispuesto a cambiar de opinión si veía en ella el error. Masferrer era luz desprovista de arrogancia, un hombre imperecedero y que sin duda alguna influye no solamente hoy sino también en la distancia, un intelectual que merece examen y difusión, un hombre que merece que no solo se utilice su nombre y su imagen sino que se le estudie y se le valore por parte de las nuevas generaciones, un hombre que por sus múltiples vertientes puede interesar a especialistas de las más distintas ramas que van desde las letras hasta el derecho.
Estos artículos quieren romper con la tendencia histórica de minimizar a uno de los hombres más grandes que ha dado El Salvador, pero entonces ¿cómo aquilatar su grandeza? Bueno, leyendo su obra y observando la cantidad ingente de intelectuales que de una u otra manera se vieron influenciados por él, construyendo lo que Marta Casaús ha llamado redes intelectuales que aún tienen repercusiones hasta el día de hoy. Es por eso por lo que sin ninguna petulancia podemos decir que Masferrer es un hombre que necesita ser reapropiado por el pueblo no porque un decreto ejecutivo o legislativo así lo establezca sino porque Masferrer entiende al pueblo, porque él es la voz del pueblo y el pueblo en sí mismo porque sus obras son la expresión del sentir del pueblo, internalización que es precisamente la base de la democracia, democracia que tiene como uno de sus defectos principales la obstinación del poderoso que se niega a escuchar al humilde, al pobre, al que no tiene una casa propia, al que no tiene un trabajo estable y que si tiene trabajo es muy mal pagado y que si tiene casa no es acorde a su dignidad humana.
Masferrer, señores y señoras, tuvo la amabilidad y la sensibilidad de escuchar al pueblo, entendiendo e intuyendo que este no se podía defender a sí mismo. Lamentable es decir que este panorama frío y sombrío aún se mantiene en la mayoría de países latinoamericanos porque la política se ha convertido en instrumento para la obtención de privilegios, y en una forma de enriquecerse sin trabajar, se ha convertido en una palestra donde el representante ya no representa a su “representado”, en definitiva, una farsa.
Esta brecha de desigualdad se hace sentir más en los países de América Latina, según los expertos; no porque estos países sean pobres en sí mismos como ocurriría con los países africanos, sino porque la riqueza está muy mal distribuida entre su población, esto evidentemente genera una conflictividad social que constantemente lleva a la conformación de distintos movimientos sociales que luchan por las mismas prerrogativas por las que ya abogaba Masferrer hace muchos años atrás; vivimos en países donde la riqueza sigue siendo altamente concentrada y en donde se le dice a la gente de que debe de «dar gracias a Dios porque tiene trabajo»; ese es el sistema injusto y opresor que denunció Masferrer porque ahora ya no se vuelve imperativo un salario mínimo sino un salario digno acorde a los costos reales de los productos de la canasta básica, derecho que fue otro de los elementos del Mínimum Vital: alimentación saludable y variada.
Por eso decimos que Masferrer era un defensor público, un representante de las masas sociales, no en el sentido marxista del término sino en el sentido real del término. Lo que Masferrer quería era dignificar al pueblo y a esos efectos hizo propuestas, dichas propuestas fueron respaldadas por sus seguidores y contrariadas por sus detractores y eso en sí mismo ya es un aporte porque polemizar es estar vivos, porque pensar es ser seres autónomos y no marionetas de otros que se han adjudicado la tarea de pensar por nosotros, sí, Masferrer era capaz de generar revuelo y debate, sus críticas al sistema lo hacían interesante, relevante y punzante, y precisamente, eso es lo que nos enseña la filosofía como disciplina o, al menos, lo que nos debería enseñar, es decir, a ser argumentativos, a sentar nuestras propias posturas y a defenderlas de manera lógica. El debate siempre será sano y es precisamente el fin de un método filosófico como lo es la dialéctica: encontrar la verdad a la luz de la afirmación, la negación y la conclusión, es por eso que Masferrer era un hombre que no le rehuía a la confrontación a pesar de que sabía de qué esta le sería contraproducente.
Masferrer era un entramado de ideas discutibles que merecen la pena entrar en deliberación hoy así como debatimos con la mayor de las normalidades a Marx, Mariátegui, Gramsci o Roque Dalton quienes pudieron cometer ciertas equivocaciones pero que no por eso se descartan dentro de las aulas del saber. Para entender y aprender de Masferrer necesitamos tener la mente abierta, no prejuzgarlo en base a sesgos de un pasado polarizado cada vez menos viable. Eso es lo que pretende esta columna: analizar desde distintas perspectivas la obra de un hombre preclaro, muy poco entendido en su época pero muy poco entendido también hoy; pretende que conozcamos a Masferrer para luego entablar una discusión con él y con los que dijeron algo sobre él. De esta manera, suponemos que la novedad del debate se encuentra implícito en el sentido de que no solo se dedica a repetir lo que el maestro expresó sino que trata de contextualizar sus ideas y ofrecer las argumentaciones teóricas y prácticas para su implementación en la actualidad. En fin, esta serie de artículos que empezaremos a publicar no tratarán de personalizar o diluir la obra de Masferrer sino por el contrario, enriquecerla y ampliarla. Espero que el amable lector disfrute tanto leyendo estos cortos como su servidor disfrutará escribiéndolos.
Excelente análisis y muy interesante conocer a Masferrer. Felicidades por su desarrollo. Que bien que escribe..