Tercer ensayo
Del misticismo materialista
Invención tardía de Farabundo Martí
(Conferencia: 15 de marzo de 2006 a 5 pm, Universidad José Matías Delgado y Universidad de El Salvador, 16 de marzo de 2006 a 4:30 pm)
Lamentable que del líder revolucionario salvadoreño no se conozca, fuera de dos o tres cartas, documentos que testimonien intimidades de su lucha y de sus relaciones. Hay mucha oscuridad. Por esta razón, cuando […] a comienzos de los 80 [se] hablaba de fundar el “farabundismo” a imitación del “sandinismo”, no pudo menos que causar una cierta sonrisa […] tal […] audacia intelectual. Jorge Arias Gómez
Hay en esto un misticismo materialista. David A. Luna
“Del misticismo materialista” estudia la figura del líder revolucionario salvadoreño, Farabundo Martí (1893-1932). El coloquio valora las más diversas opiniones por encima de cualquier saber factual. Demuestra que memoria e interpretación de los hechos poseen mayor valor que los hechos mismos. En lugar de recolectar “hechos” en sí, la conferencia descubre cómo la figura de Martí emergió en la conciencia histórica del país hacia el despegue de la guerra civil. La plática rastrea antecedentes y versiones contradictorias anteriores a su invención (1932-1972). Revela que el hallazgo de un hecho afecta de tal manera su composición que cambia el contenido, verbigracia, el ADN, la vida y la bioética; el átomo, la fisión nuclear; la memoria política interesada, los sucesos de 1932.
La exposición de las más diversas opiniones se organizan de acuerdo a dos parámetros: Nocio-Lógica (I. NL) y Crono-Lógica (II. KL). La NL discute qué categorías se piensa, cómo se visualizan los hechos. Ordena los más variados informes según dos axiomas iniciales, étnico y feminista: “América” existe si y sólo si hay voz indígena, al igual que “la raza de mujeres” posee una voz tan audible como la de los hombres. Una historia social sin indígenas ni mujeres es invento.
Las diversas versiones se clasifican siguiendo el criterio étnico, la importancia que le otorgan al indígena: obediencia al comunismo (I. 1) y autonomía indígena (I. 2). Para la primera, se desglosa la ambigüedad del término “comunista” en las distintas visiones. Los comunistas son: los estudiantes (I. 1a), los soviéticos invasores (I. 1b), el Partido Comunista Salvadoreño (PCS) y/o el Socorro Rojo Internacional (SRI) (I. 1c), el vitalismo masferreriano (I. 1d), o bien los indígenas mismos (I. 1e).
Sólo para la tercera versión, Martí poseía una cierta relevancia. En innumerables testimonios anteriores a los años setenta, el héroe jugaba un papel secundario: gobierno salvadoreño (1932) y martinistas (F. Machón Vilanova), iglesia católica (1932), líderes estudiantiles (R. Herrera), escritores (G. González y Contreras, Q. Caso, C. H. Ibarra, I. López Vallecillos, Salarrué), masferrerianos (A. Masferrer, A. Ortega Díaz), testimonios oculares (Prensa, J. Méndez h., Comandante Brodeur, Reverendo MacNaught).
Además de entrever versiones híbridas de esos cinco sentidos del “ser-comunista”, la conferencia analiza el papel que se le concede a la mujer en cada una de esas memorias contradictorias de los hechos. El estudio descubre que el hombre es a la mujer como la historia, a la ficción. Historia y ficción especifican el lugar en el cual cada género expresa su voz. En seguida se revisan las versiones que le otorgan a las comunidades indígenas una autonomía e iniciativa propia (I. 2), anotando de nuevo el sitio que le corresponde a la mujer. La máxima “todos los indios son comunistas (Prensa, 1932)” diluye la obediencia indígena a líderes urbanos en una cuestión étnica y rural.
La KL (II) sitúa todas las versiones en el eje temporal. Anota que antes de los dos primeros ensayos biográficos sobre Martí —David A. Luna (1965) y Jorge Arias Gómez (1972/1996) — hacia los años cincuenta, no había una sino varias versiones sobre la participación de Martí en 1932. En la mayoría de ellas, Martí no aparecía como figura relevante. Sólo quienes destacaban el liderazgo del PCS o SRI (1c) anotaban su comportamiento singular. Para las demás versiones su figura se perdía en el olvido o quedaba opacada en la retaguardia.
Antes de Luna y Arias Gómez, el primer autor que consagró al héroe, Rodolfo Buezo (1936), sacralizó su imagen no como modelo de acción sino ante todo de muerte sacrificial. Martí expresa la “consagración revolucionaria” del “superhombre”. Cual Sócrates, muere incólume frente al pelotón de fusilamiento, aun si una trágica herida de amor revela su condición humana. Más que del materialismo histórico y dialéctico, el marxismo salvadoreño es subsidiario de una hagiografía cristiana. La historia es logos epitaphios, el discurso que mantienen los vivos al forjar modelos ideales de acción en el pasado. La historia es excusa para reinventar la acción política presente.
A falta de datos, Luna eleva a Martí hacia una personalidad que sobresale por encima de cualquier individuo común. Lo califica de “místico materialista”. Acepta empleos arduos para familiarizarse con la vida diaria del pueblo y posee una dificultad por la oratoria y la palabra. Su distintivo varonil escinde amor y deseo. Ama a la mujer que no desea; viceversa, desea a la que nunca ama. El verdadero “farabundista” sería un anti-intelectual y anti-político-funcionario, quien trabaja en oficios humildes para testimoniar en carne propia el cansancio de esa labor. Su ideal lo diluye en el aprendizaje de diversos oficios populares con el anhelo de palpar la experiencia de la vida al desnudo, más allá de toda expresión artística y puesto oficial.
Igualmente, quien en definitiva forja su leyenda, Jorge Arias Gómez (1972/1996), sin cese repite que carece de documentación para hablar del héroe. La biografía detallada la colma con una amplia recreación de la época. El “apostolado” del “mártir” lo obliga a silenciar la voz indígena en la primera edición. Quizás por esta misma razón, oculta todo contacto con la mujer que contamine su beatificación.
En la actualidad de la pos-guerra, es necesario cuestionar su heroicidad reconstruida desde un presente que necesitaba crear iconos militares masculinos. Aun quienes defienden sus hazañas, no rebasan el obstáculo que reconoció Arias Gómez. No hay “documentos que testimonien intimidades de su lucha”. No existe ninguna publicación que reintegre sus ideas con credenciales escritas en la época que vivió Martí. Ante la falta de documentación sólo nos queda la fantasía. La ficción de un héroe beatificado sin trato con la mujer y con una relación tardía con lo indígena (Arias Gómez, 1996; se anota la ausencia del ícono feminista actual, Prudencia Ayala, para todas las referencias a 1932). Acaso una izquierda renovada requiere no tanto un ídolo-soldado, sacrificado en combate. Precisa modelos de pensamiento crítico y de acción política más sólidos para un presente sin opción revolucionaria inmediata.
PRIMERA PARTE: Tres ensayos historiográficos (1932-1974) sobre 1932 (I)
SEGUNDA PARTE: Tres ensayos historiográficos (1932-1974) sobre 1932 (II)