Alto. No se trata solo de subir al escenario y recibir aplausos. O al revés: no se trata únicamente de aplaudir al gobernante y abstraerse de la realidad. Porque afuera, en la calle, están ocurriendo cosas absurdas y terribles que dinamitan los sentidos, que no se pueden ocultar, aunque el presidente y sus ministros se obstinen en mantener una fábrica de mentiras.
Palabras más-Palabras menos, así entiende Carlos Galicia, cantante de la banda Adrenalina, el papel del artista en la sociedad. Quizá por eso, hace algunos días, escribió una canción que pretende ser un grito de indignación por todas las mujeres desaparecidas y asesinadas en El Salvador.
«Han sembrado una flor, entre ripio y basura». Así comienza la canción titulada «Flor», en un claro homenaje a Flor María, una joven asesinada y desaparecida por su propio esposo en Cojutepeque (finalmente encontrada bajo una montaña de tierra). Pero el caso de Flor María es uno de tantos.
La canción también hace una crítica a los que asumen «silencios cobardes» ante la ignominia, pero sobre todo a los gobernantes que prefieren negar la realidad antes que combatirla.
En esta plática con revista Elementos, Carlos Galicia asegura que la canción «Flor» no es un acto de oportunismo, sino una expresión genuina ante los problemas de los desaparecidos y la violencia de género.
Y aunque fue Adrenalina la banda que se hizo famosa en los años noventa por canciones como la «Maldita» o «Mamacita», que parecen incitar a expresiones misóginas, Galicia dice que esas canciones, como todas las de la banda, son fotografías del momento. «Quien nos juzgue por una canción es que no ha oído todas las canciones de Adrenalina», sentencia.