Los jesuitas ayer y hoy
Comenzar este artículo con la frase del educador estadounidense John Dewey, es importante porque nos describe el camino que los intelectuales viven en el contexto de una guerra. Hablar de Ignacio Ellacuría es hacer referencia a la historia reciente de El Salvador, específicamente a la guerra civil salvadoreña. Es común escuchar que los 12 años que duró el conflicto armado fueron deshumanizados entre los dos bandos, es decir, entre la Fuerza Armada Salvadoreña y la guerrilla del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN).
El 6 de noviembre de 1989, hace 32 años, sucedió una de las masacres más significativas de El Salvador y América Latina, con la que se estaba silenciando a seis sacerdotes jesuitas intelectuales de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas, entre ellos el Padre Ellacuría. Es interesante que en el 31 aniversario de esta masacre (en el año 2020), el intelectual y lingüista estadounidense Noam Chomsky recordara, en su libro La responsabilidad de los intelectuales, a la comunidad jesuita. Lo hace con las siguientes palabras:
Una semana después de la caída del Muro de Berlín, a seis destacados intelectuales latinoamericanos, sacerdotes jesuitas todos ellos, les volaron la cabeza a tiros por orden directa del alto mando salvadoreño. Los perpetradores del crimen formaban parte de un batallón de élite armado y entrenado por Washington que ya acumulaba un truculento rastro de sangre y terror, y acababa de regresar de unas sesiones adicionales de instrucción en el Centro y Escuela Especial de Artes Militares John F. Kennedy, en Fort Bragg (Carolina del Norte). A los sacerdotes asesinados no se los reconoce como disidentes respetados, ni tampoco a otros como ellos repartidos por todo el continente. Los disidentes a quienes sí se conmemora es a aquellos otros que reivindicaron la libertad en territorio enemigo en la Europa del Este, personas que sin duda sufrieron, pero ni de lejos como lo hicieron sus homólogos en América Latina.
No cabe duda que Chomsky recuerda a la comunidad intelectual jesuita salvadoreña y la compara con la comunidad intelectual y la sociedad civil que sufrió el autoritarismo del «Socialismo Real». Existe una gran diferencia, porque Occidente recuerda a las víctimas de los errores de Occidente bajo el muro de Berlín, no a Occidente bajo dictaduras militares con apoyo de los Estados Unidos, un tema en discusión en la historia de las ideas políticas. Con estas premisas, que describen el camino tortuoso de la comunidad jesuita y de Ignacio Ellacuría, se escribe este artículo que analiza a nivel general el pensamiento de dicho jesuita.
Sobre la vida de Ignacio Ellacuría
El sacerdote jesuita Rodolfo Cardenal, historiador y biógrafo de la comunidad jesuita salvadoreña, nos habla de Ignacio Ellacuría, nacido en Portugalete (Vizcaya, España), el 9 de noviembre de 1930. Los primeros años formativos del jesuita son sigilosos, ya que era reservado. Ellacuría entró al noviciado el 14 de septiembre de 1947, en Loyola, el hogar de San Ignacio.
Es durante el noviciado, en Quito, Ecuador, donde la inteligencia de Ellacuría se hizo evidente. Fue bajo la tutela de su profesor de humanidades clásicas, Aurelio Espinoza, donde sus cualidades excepcionales como pensador crítico y creativo empezaron a emerger. El académico Espinoza tenía fama internacional, pues había estudiado en Oxford University. Era una autoridad mundial en Sófocles y Virgilio.
Grosso modo describiremos a Ellacuría en palabra de Cardenal como académico-administrativo: «Ellacuría en la UCA se hizo sentir y concibió que la misión más importante de la universidad no era formar profesionales. Su centro no se encontraba en el recinto universitario, sino en la sociedad en la cual estaba inserta».
El pensamiento de Ignacio Ellacuría
En este artículo se destaca la capacidad de análisis, reflexión y creatividad que Ignacio Ellacuría desarrolló durante su crecimiento académico. Según Cardenal, las habilidades de este intelectual estaban en las humanidades. Fue formado por académicos internacionales. Eso seguramente facilitó un aprendizaje significativo que se verá más adelante en su faceta de rector, académico y profesor universitario.
La labor de Ellacuría como intelectual se encuentra en la filosofía. Hay una cita de Kant que expresa su idea sobre esta rama de las ciencias sociales: «No se puede enseñar filosofía». Lo único que se puede enseñar es a filosofar.
Con referencia a este pensamiento kantiano, Ellacuría quería decir que la filosofía no es solo cosa de sabios, sino que la humanidad se ha visto necesitada de filosofar y que los hombres, casi todos los hombres, de una u otra forma, en una u otra ocasión, se ven forzados no a hacer una filosofía, pero sí algo que puede considerarse como el origen de la filosofía.
Ellacuría ponía de ejemplo al filósofo Sócrates como el ciudadano que filosofaba. Sócrates decía «conócete a ti mismo». Conocerse así mismo conllevaba a conocer los problemas que los ciudadanos tenían en la Antigua Grecia.
Tanto en la antigüedad, como en la época que vivió Ellacuría, se hace referencia a un contexto de la Realidad Humana-Nacional. Esta realidad tiene sus estructuras. Ellacuría en sí es un estructuralista. Como parte de las estructuras se encuentran las ideologías, que son las formas de ver al mundo.
Ellacuría pensaba que la ideología «no actúa como fuerza violentadora, sino más bien como elemento libremente aceptado para responder a las conveniencias del bien común».
Además, Ellacuría creía que la «instancia ideológica» es una instancia social, independientemente que la genere el Estado, grupos de poder hegemónicos, etc. «El que sea una instancia social significa por lo menos que es un elemento integrante de la estructura social o, más exactamente, un subsistema del sistema social».
A partir de esta premisa que describe a la ideología en su accionar, permite analizar el por qué de las ideologías en la sociedad.
En cada análisis de la realidad, Ellacuría desmitificaba los elementos ideológicos del Estado salvadoreño. Por ejemplo: la seguridad nacional y la Constitución salvadoreña a finales de la década de 1970.
A modo de conclusión, Ignacio Ellacuría es un referente del pensamiento en El Salvador y Latinoamérica. Su actividad académica fue la de analizar cada coyuntura política. A través del pensamiento estructuralista desmitificaba o decodificaba los elementos ideológicos del aparato estatal salvadoreño, pero también proponía a la sociedad salvadoreña el diálogo para la construcción de la paz.
Aún se sigue recordando a Ellacuría y a los sacerdotes masacrados el 16 de noviembre de 1989 porque generaron pensamiento y consciencia en «las mayorías populares», marcando un antes y un después en el quehacer académico salvadoreño, ya que la educación superior en El Salvador a finales del siglo XIX y desarrollado el siglo XX había albergado a intelectuales de las clases medias y altas, con una visión peyorativa sobre las mayorías populares.
Dentro de la utopía de Ellacuría estaba que las mayorías populares desideologizarían la realidad para buscar la libertad.
Referencias
Cardenal, R. (1999). Biografías mártires de la UCA. San Salvador: Centro Monseñor Romero.
Chomsky, N. (2020). La responsabilidad de los intelectuales. Madrid: EDITORIAL SEXTO PISO.
Ellacuría, I. (1991). Veinte años de historia en El Salvador (1969-1989). San Salvador: UCA editores.
Ellacuría, I. (2003). Filosofía ¿para qué? San Salvador: UCA editores.
Ellacuría, I. (2009). Cursos universitarios. San Salvador: UCA editores.
Hola Rodrigo, saludos. Sería bueno que hiciera una revisión sobre los sustentos teóricos práxicos en los que se sustenta el estructuralismo. A mi manera de ver, a parte de ser teólogo, Ignacio Ellacuría fue un filósofo y para él el objeto de la filosofía está radicada en la realidad histórica, por lo que encasillarlo como estructuralista no cabe.
Considero que el esfuerzo ellacuriano para dar lectura a una realidad tan dinámica, consistió en plantear una hermenéutica histórica realista y en la que el método de historización de los conceptos constituye una herramienta útil para desenmascarar las inequidades del actual modelo de desarrollo.