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Imbatibilidad: el principal mito de Bukele


No quiero decir que Nayib Bukele puede ser (fácilmente) derrotado, sino que intento poner en cuestión esa supuesta imbatibilidad.
Publicado en julio 11, 2023
Periodista y activista social.

Uno de los mitos más importantes que la narrativa del oficialismo ha posicionado en el imaginario social es la imbatibilidad de Nayib Bukele. Es decir: su condición de invencible hace que sea imposible derrotarlo política y electoralmente, que «llegó para quedarse» o que «hay Bukele para rato». Esta idea es asumida por la mayoría de la gente como un hecho predeterminado. Hasta sectores de la oposición política, movimiento social y academia progresista compran esa historia sin mucha discusión.

No quiero decir que Bukele puede ser (fácilmente) derrotado, sino que intento poner en cuestión esa supuesta imbatibilidad.

Los pregoneros de la imbatibilidad basan su postura fundamentalmente en el enorme poder que concentra Bukele al controlar todo el aparato estatal (Asamblea Legislativa, Fiscalía, Sistema Judicial), su omnipresente aparato comunicacional  y el respaldo de la mayoría de la población reflejado en las encuestas. Sin embargo, en mi opinión hay tres factores que ponen en duda la presunta imbatibilidad, sugieren una fortaleza de «estatua con pies de barro» y permiten observar una imbatibilidad aparente o temporal sin bases sólidas.

El primer factor es lo efímero de la propaganda. El régimen de los hermanos Bukele se sostiene básicamente con una estrategia comunicacional basada en el neuromarketing político que hasta ahora le ha dado resultado pero tiene como principal contraste la realidad que tarde o temprano terminará imponiéndose, sobre todo la situación económica de la gente relacionada con el empleo, los salarios, el costo de vida, las pensiones, etcétera. Cuando la realidad se impone, la propaganda ya no es creíble y la imbatibilidad disminuye.

El segundo factor es el miedo. Siguiendo los manuales autoritarios, el clan Bukele también basa su poder en el miedo de la gente: miedo a perder el trabajo, a ser linchados en redes sociales (….) y el miedo a ser detenido bajo el estado permanente de suspensión de derechos y garantías constitucionales mal llamado «régimen de excepción». La gente teme expresar cualquier inconformidad por temor a ser detenida arbitrariamente o ser vapuleada o asesinada en una cárcel. El día que la población supere el miedo la imbatibilidad también estará en riesgo.

Y el tercer factor es la ausencia de soluciones reales, estructurales y duraderas. El gobierno no está resolviendo los problemas de la población: el alto costo de la vida, la falta de agua potable y las necesidades de salud, educación, vivienda, etcétera. Incluso, la mejoría en la situación de seguridad no es sostenible porque no es resultado de políticas integrales que combinen eficazmente prevención de la violencia, represión del delito, rehabilitación de delincuentes y atención a las víctimas de la violencia; ni se están combatiendo la causas estructurales de la violencia vinculadas a la desigualdad y la exclusión generadas por la concentración de la riqueza. Cuando la gente es consciente de que las soluciones que le venden son falsas o insuficientes, la imbatibilidad corre peligro.

Así que una imbatibilidad  basada en la propaganda, el miedo y las soluciones fáciles no está asegurada.

¿Y las encuestas electorales?

También hay argumentos para dudar de las encuestas, no porque estén falseadas, sino porque hay elementos determinantes que condicionan la supuesta irrefutabilidad de los datos.

Uno es que, hasta ahora, todas las encuestas se han hecho con «un solo jugador en la cancha» y esa presencia exclusiva eleva los números del oficialismo. Pero aún así las cifras son bajas. Por ejemplo: si el 90% de la gente avala la gestión de Bukele, ¿por qué su partido Nuevas Ideas solo tiene el 45% de las preferencias en las últimas encuestas?

Otro es el temor que ya mencioné. Es muy probable que en las encuestas haya una especie de «opinión escondida», no en el sentido de los artículos de la Constitución referidos por el vicepresidente Félix Ulloa para justificar la reelección, sino en tanto que mucha gente teme expresar su verdadera opinión por el miedo que la mantiene atemorizada e intimidada.

Y, finalmente, el hecho que hasta ahora no se ha configurado una alternativa al bukelismo. Ya veremos cómo varían las encuestas si finalmente se configura una candidatura ciudadana sin el lastre de los partidos tradicionales que logre posicionarse como alternativa creíble ante la población.

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