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Para entendernos desde ya

Contamos historias desde sus raíces. Rechazamos las ligerezas y las discusiones superficiales porque tenemos claro que las realidades son procesos de ramificaciones múltiples.

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noviembre 4, 2021

Revista Elementos nace hoy al debate de las ideas con su principal propósito estrictamente definido: combinar las herramientas de la investigación y los géneros diáfanos del periodismo con la profundidad iluminadora de las ciencias sociales.

Contamos historias desde sus raíces. Rechazamos las ligerezas y las discusiones superficiales porque tenemos claro que las realidades son procesos de ramificaciones múltiples.

Debatimos sin miedo. No nos asustan los poderes que amenazan con muertes civiles mientras se disimulan cínicamente en oficinas corporativas. Tampoco tememos a los poderes públicos que engañándose a sí mismos creen estar por encima del bien y del mal.

Queremos debatir. Queremos hablar de ideas antropológicas, históricas, feministas, jurídicas, éticas, económicas, políticas, de las que sea en las que podamos vernos como en un espejo para construir un mejor país sin excluir a nadie, por pequeño que sea. Nos interesa, en resumen, el debate público.

Defendemos la concepción de una sociedad abierta —en la definición popperiana— con pluralidad de pensamiento y libertad de expresión, donde se pueda debatir racional y constructivamente, pero también donde se pueda fiscalizar al poder sin temor a represalias. Porque nuestro trabajo, como periodistas decentes, es también fiscalizar el poder.

Nuestra ética es parresiasta, porque —tal como lo explicaba Michel Foucault en sus clases— la parrhesía es la actividad de decirlo todo, no como una licencia para disparar mentiras, sino como una obligación para decir la verdad.

En el periodismo el único camino que tenemos es el de decirlo todo hasta las últimas consecuencias: sin ocultar nada, sin pedacear la realidad, sin adecuar discursos que ocultan intereses mezquinos y oportunistas.

En estos tiempos de penumbras y regresiones, en los que asoman los peores fantasmas del siglo pasado —autoritarismo, militarismo, caudillismo— y en los que continúan saqueando al Estado como lo hicieron empresarios y políticos en la década pasada, y en la antepasada, y en las anteriores, ofrecemos nuestro aporte para defender el interés público y los mejores valores de nuestra sociedad.

Ante los ataques contra el periodismo, nuestra propuesta es el periodismo; ante la grotesca manipulación de la historia, nuestra propuesta es la búsqueda profunda de la historia; ante la represión de las ideas y la exaltación bufonesca de los egos con malformaciones congénitas de estos gobernantes de turno, nuestra propuesta es el debate de ideas.

¿Cuál es el periodismo que hacemos?

Hagamos un recorrido histórico corto. Después de la firma de los Acuerdos de Paz, en 1992, los principales periódicos modernizaron sus maquinarias, sus líneas editoriales y sus periodistas fueron autorizados para incursionar en la investigación, la interpretación y la crónica. Transcurrieron los años y, sin embargo, el modelo de negocios priorizó la venta de espacios publicitarios y el embargo ideológico de sus líneas editoriales mientras la calidad de los contenidos cayó en la decadencia.

La consecuencia evidente fue la pérdida de credibilidad.

Poco a poco, los lectores migraron a las nuevas ofertas informativas creadas a partir de la masificación de las nuevas tecnologías de la información. Los medios de comunicación digitales, que irrumpieron con mayor fuerza al final de la primera década del presente siglo, comenzaron a realizar investigaciones muy buenas, pero de corto alcance, pues estaban desprovistas de las herramientas académicas que permiten la comprensión profunda de los procesos de las realidades sociales, económicas, políticas e históricas. Es cierto que existen trabajos con resultados muy buenos, por ejemplo, la cobertura de la transformación del papel de las violencias perpetradas por las pandillas en El Salvador. Pero investigaciones como esa son una excepción.

Por el contrario, la regla es la presentación de trabajos centrados en la coyuntura de la que solo pueden extraerse interpretaciones limitadas. Es decir: los medios de comunicación digitales han carecido de la habilidad de contar procesos. Sus investigaciones son meramente descriptivas, incapaces de trascender a la interpretación de los hechos.

Los medios que han generado contenido de alta calidad, además, han sido incapaces de democratizarlo para llegar a públicos más amplios. Apenas ahora están incursionando en nuevos formatos.

Es importante no obviar uno de los grandes males de nuestra época: la proliferación de los pseudomedios, que no son otra cosa que plataformas ridículas disfrazadas de periódicos digitales administradas por mercenarios de poca monta que, como camaleones, han cambiado de color partidario en los últimos 20 años.

Pero no. No son periódicos ni hacen periodismo. Son plataformas instrumentalizadas, en la mayoría de los casos, por políticos oportunistas que les encanta desinformar con cinismo y desenfreno. En El Salvador abundan los ejemplos.

También creemos urgente llenar un vacío: la casi nula investigación de los poderes empresariales y su control en espacios específicos de la vida económica, sus métodos de acumulación y su división étnica y otras problemáticas.

Esto somos. Somos Revista Elementos.

    
 
Editorial 

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