La campaña electoral del presidente y candidato inconstitucional a la reelección Nayib Bukele y su partido Nuevas Ideas (NI) no tiene nada que envidiarles a las ominosas campañas de ARENA cuando gobernaba y hacía cualquier cosa para evitar que ganara el FMLN, sobre todo en relación a la estrategia de meter miedo a la población indecisa.
El partido ARENA asustaba con que si la izquierda llegaba al gobierno se alejarían las inversiones, peligraba la recepción de remesas, se extinguiría la propiedad privada y estarían en grave peligro los valores familiares, la tradición religiosa, etc. Ahora Bukele y NI han sustituido a los “peligrosos comunistas” del pasado por los “opositores quita régimen de excepción” y “defensores de las maras”.
Según este relato, si el actual presidente no es reelecto y su partido no mantiene la mayoría legislativa, el régimen de excepción será revertido y “las pandillas volverán a robar, acosar, extorsionar, violar y matar en los lugares que antes controlaban”. Por tanto, es necesario votar por Bukele y sus impresentables candidatos a diputados.
Este discurso falaz y manipulador de la campaña de Bukele y NI muestra claramente tres cosas que es necesario señalar. En primer lugar, confirma la falta de principios éticos y morales de un presidente sin escrúpulos a quien no le importa mentir de la manera más desvergonzada con tal de atemorizar a la población, intimidarla y chantajearla para que vote por él y sus servidores en la Asamblea Legislativa.
Bukele pudo haber realizado una “campaña positiva” sobre sus logros en seguridad; sin embargo, su malevolencia es tal que prefirió recurrir a la vieja estrategia del terror. Con semejante campaña, este reycito de la desinformación y la posverdad supera con creces a sus antecesores areneros, especialmente por su cinismo y doble moral.
Bukele acusa a los candidatos y políticos opositores de defender a las pandillas, mientras su gobierno negocia con las maras y protege de la extradición a sus cabecillas. Lo confirman casos como el de “Crook”, el jefe pandillero a quien el gobierno sacó de la cárcel de máxima seguridad de Zacatecoluca, lo armó con una pistola, lo alojó en un apartamento lujoso en San Salvador y después lo llevó a Guatemala.
El Faro reveló el pasado fin de semana que el gobierno intentó recapturar a “Crook” para anticiparse a las autoridades estadounidenses que finalmente lo detuvieron en noviembre pasado. La fallida conspiración buscaba evitar la extradición del cabecilla pandilleril a Estados Unidos y dar un golpe mediático antes de las elecciones.
Según el semanario digital, la delictiva operación era coordinada directamente por un alto mando policial que hablaba en nombre de un “patrón” y “manda más” que podría ser el director de la Policía, el ministro de Seguridad Pública o el propio presidente Bukele. Por la entrega de “Crook” (vivo o muerto) el gobierno estaba dispuesto a pagar 1.3 millones de dólares a otro cabecilla de maras y a un cártel de narcotráfico mexicano.
En segundo lugar, la campaña sucia del oficialismo nuestra la falta de logros. Más allá de la desarticulación de las maras —deslegitimada por los abusos contra personas inocentes, la protección a jefes pandilleriles y la ausencia de políticas integrales de seguridad— el gobierno no tiene logros que mostrar.
Este gobierno no atrajo inversiones, no generó empleos, no redujo la migración y no realizó programas de vivienda popular, servicios básicos, saneamiento y obras de mitigación de riesgos en las comunidades. Bukele no cumplió ninguna de sus promesas sobre educación, salud, transparencia y combate contra la corrupción. Por tanto, su gestión carece logros que pudieran exhibirse en la campaña electoral.
Con este gobierno el país es más pobre, más endeudado, más ecológicamente destruido, más violador de derechos humanos y más autoritario. Para ocultarlo, Bukele ha proyectado una realidad paralela que habla de “un nuevo país” o “país de primer mundo” con eventos como “Miss Universo” y Lionel Messi en el Estadio Cuscatlán.
Entonces, como no existen logros, Bukele y sus asesores venezolanos montan una campaña sucia y recurren al miedo para movilizar a sus votantes. Si no reparó “una escuela por día”, no construyó sedes de la UES en los departamentos donde no hay y creó la CICIES, pero la cerró cuando empezó a investigar la corrupción de su propio gobierno, el presidente y candidato inconstitucional no vio más alternativa que mentir y manipular.
Y, en tercer lugar, la obscena campaña electoral de Bukele y NI evidencia su falta de propuestas. El oficialismo no tiene logros y tampoco tiene nuevas propuestas sobre cómo resolver el alto costo de la vida, la falta de agua potable, la crisis alimentaria y demás problemas económicos, sociales y ambientales que aquejan a la gente.
Tampoco plantea cómo enfrentar el déficit de las finanzas públicas, sobre todo si no consigue suficiente financiamiento externo y agota las fuentes de endeudamiento interno (fondo de pensiones y bancos privados); ni dice cómo obtendrá dinero para pagar la deuda externa que en los últimos tres años aumentó en 10,000 millones de dólares. Tampoco tiene propuestas para hacer sostenible su publicitado logro en seguridad pública.
La campaña, además, es fraudulenta porque promueve unas elecciones fraudulentas y está financiada con fondos públicos utilizados para sostener el gigantesco aparato de propaganda gubernamental, entregar alimentos con fines proselitistas y -probablemente- pautar la campaña sucia en medios de comunicación y redes sociales.
*Periodista y activista social.