I
Amaral Arévalo [1]
Las balas, toques de queda, ataques de tierra arrasada, las luces de bengala tiradas por los helicópteros, los muertos, el miedo de ser el próximo… a todo lo anterior se le puso fin con los Acuerdos de Paz de 1992; y la sociedad salvadoreña inició un proceso de posguerra. Para algunos se caracterizó como un momento de reconstrucción, para otros resistir el embate de políticas neoliberales y para otros grupos sociales fue el inicio de procesos organizativos. Eso fue lo que aconteció con las personas lesbianas, gay, bisexuales, trans, intersexuales y otras identidades sexuales y de género (LGBTI+), aunque en ese momento fueron más visibles los homosexuales, las mujeres trans y un pequeño grupo rebelde de lesbianas feministas.
Los procesos de organización de cada una de esas identidades políticas tuvieron motivos y caminos diferentes: en el caso de los hombres homosexuales, que incluía a bisexuales y mujeres trans, tuvieron al VIH como trasfondo y culminó en la fundación del Grupo Entre Amigos; para las mujeres trans la violencia homicida —actualmente conceptualizada como crimen de odio— fue un detonante para crear una primera organización denominada Asociación para la Libertad Sexual El Nombre de la Rosa; la visibilidad social fue la principal apuesta política contestataria de un pequeño grupo de lesbianas feministas que integraron la Colectiva lésbica-feminista salvadoreña de la Media Luna mostrándose como tal a la sociedad salvadoreña, organizaciones partidarias y sociales lesbofóbicas de ese momento.
Aunque los caminos eran diferentes, sin embargo, todos ellos confluían en la necesidad de visibilizarse y manifestar su existencia como personas y sujetos políticos. En este marco de visibilidad política de las identidades sexuales y de género, se realizaron diversas acciones en la década de 1990. No obstante, únicamente la realización de la Marcha del Orgullo Gay fue la única que perduró, y más allá de sobrevivir, esta acción política experimentó evoluciones en su nombre, sus procesos de organización, trayectos por la ciudad de San Salvador y disputas políticas.
Esta propuesta inicial de la historia de la Marcha del Orgullo Gay, nombrada contemporáneamente como Marcha por la Diversidad Sexual, se dividirá en tres entregas. En la primera se conocerá una prehistoria de la Marcha, en la que se hablará brevemente del origen de esta protesta social y se mostrará cómo un observador salvadoreño fortuito registró el cierre de la primera Marcha en Nueva York de 1970 y, además, se mostrará cómo la Bandera del Arcoíris ya estaba presente en las décadas de 1970 y 1980 en El Salvador, pero solo ondeaba públicamente una vez al año en una noche de junio. En el primer quinquenio de 1990 se realizaron las primeras acciones públicas para conmemorar el 28 de junio. Al final de la década de 1990 se organizaron las primeras Marchas, verdaderos actos que retaron al estigma, la discriminación, la violencia y los crímenes de odio que marcaban la vida de las personas LGBTI+ en esa época; la segunda entrega se dedicará a la reflexión de la organización y sentidos políticos de la Marcha en la década del 2000. En este periodo se observará como la Marcha se transformó en la palestra pública de las demandas políticas de las personas LGBTI+; en la tercera y última entrega se reflexionará sobre los procesos de organización de la Marcha en un periodo que se puede categorizar en dos puntos: masificación de la Marcha y disputa del sentido político de la Marcha por parte de las diferentes identidades sexuales y de género que integran el movimiento de diversidad sexual.
Una prehistoria de la Marcha
Aunque suene trillado para personas del campo de los derechos humanos y activistas de la diversidad sexual, es necesario indicar cuál es el origen de la marcha. En el mes de junio de 1969 acontecieron los sucesos de Stonewall Inn. El 27 de junio, al igual que en otras ocasiones, los bares gays de Nueva York fueron objeto de requisas policiales. Sus comensales, como tantas otras veces, fueron detenidos bajo argumentos de violación a leyes que prohibían el uso de indumentarias femeninas por parte de hombres y viceversa en el caso de mujeres; y otras cuestiones discriminatorias similares. Sin embargo, en esta oportunidad hubo una acción colectiva de resistencia de generación espontánea. Los comensales del Stonewall Inn resistieron al arresto discriminatorio. Comenzaron a lanzar botellas y piedras a policías y patrullas. Así inició una batalla campal que duró desde la noche del viernes hasta el amanecer del domingo. El Salvador estaba en los albores de la guerra contra Honduras, por tal motivo los periódicos no registraron noticias sobre este evento.
Un año después, el 28 de junio de 1970, para conmemorar ese mito de origen de las reivindicaciones políticas de no discriminación e igualdad por parte de personas LGBTI+, se organizó una marcha que inició en Greenwich Village, barrio donde se aloja el Stonewall Inn, hasta Central Park, en Manhattan. El trayecto realizado muestra cómo desde los márgenes sexuales de la periferia se irrumpe, simbólicamente, el centro del poder, apropiándose de los territorios por medio de una visibilidad política resignificando los espacios urbanos y sociales que ejercen discriminación sobre sus cuerpos, identidades, subjetividades y placeres. Hecho que se repetirá en San Salvador con la realización de la Marcha.
En 1970 los periódicos nacionales dieron una cobertura a dicho evento, incluso se cuenta con una breve crónica de impresiones discriminatorias de un salvadoreño que presenció la finalización de la primera Marcha: Napoleón Viera Altamirano, que expuso: «se calcula entre diez y veinte mil el número de hombres y mujeres —homosexuales y lesbianas— que desfilaron, haciendo ostentación de su extravío, de su desventura, o de ambas cosas, ya que, según autoridades médicas, las dos aberraciones pueden padecerse y sufrirse por herencia o por desviaciones adquiridas en los primeros años de vida» [2].
Debido al contexto de represión social y política que vivía El Salvador, un proceso organizativo de personas LGBTI+ no era posible en ese momento. Sin embargo, en 1976, a razón de un afán personal de recrear un espacio de socialidad entre personas gays y lesbianas a la usanza de San Francisco, Julio Saade inauguró Oráculos Discoteque, siendo el primer espacio de consumo gay público del que se tiene registros históricos hasta el momento en el país.
En sus 25 años de existencia, Oráculos permitió crear un espacio seguro para que personas de clases media y populares pudieran manifestar su orientación sexual, identidad y expresión de género sin padecer discriminación. Al igual que la exportación y apropiación del concepto «gay» para referirse a comensales y trabajadores del establecimiento, se puede inferir que la circulación de la bandera del Arcoíris y su significado de reivindicaciones políticas de personas LGBTI+ haya iniciado en Oráculos, ya que esta ocupaba un espacio destacado en el pequeño perímetro del área de baile [3].
A pesar de lo anterior, Oráculos no organizó la primera Marcha, aunque se sabe que para celebrar el cumpleaños de su dueño en el mes de junio se realizaba una especie de «marcha nocturna» en los contornos de la discoteca; pero esto no puede designarse como acto de reivindicación política.
Las primeras reivindicaciones políticas de personas LGBTI+ se realizaron en el inicio de la posguerra salvadoreña por parte de lesbianas feministas. En junio del año 1994 se publicó en el Diario Latino una nota para conmemorar el 28 de junio, día del orgullo lésbico y homosexual [4].
Esta publicación tuvo cuatro elementos importantes sobre nuestro tema de discusión: a) el contenido de la publicación era básicamente una serie de preguntas que cuestionaban la construcción natural de la heterosexualidad; b) en un recuadro se hizo una remembranza histórica del Día del orgullo lésbico y homosexual; c) a falta de visibilidad política al interior de El Salvador de las diferentes identidades sexual y de género, se recurrió a una fotografía de personas españolas para ilustrar la publicación; y d) esta publicación fue firmada por Mujeres por la Dignidad y la Vida-Las Dignas, mostrando en la práctica lo difícil que era asumirse públicamente como lesbianas por parte de las mujeres integrantes de La Media Luna. Aparte de esta publicación colocaron una manta apoyando los derechos lésbicos en la Universidad de El Salvador para conmemorar el 28 de junio. No obstante, la quitaron rápidamente [5].
Esa publicación y colocación de la pancarta serían los primeros actos de reivindicación política conocidos y el preámbulo de la realización de la primera Marcha del Orgullo Gay en 1997.
Confrontando la violencia: Marcha del Orgullo Gay-Lésbico en la década de 1990
La Asociación Entre Amigos convocó la primera Marcha alrededor del recuerdo de una masacre de homosexuales, que ejercían el trabajo sexual de calle, por parte del Ejército en 1984. Esta fecha fue cuestionada por Lester Feder y Nicola Chávez al no poseer documentos o registros de cualquier tipo que comprueben la ejecución de dicha masacre. No obstante, esta situación no disminuye la posibilidad de que se haya ejecutado uno o varios procesos de exterminio de homosexuales motivados por procesos de higienización social de las zonas del trabajo sexual, el pánico a la epidemia de VIH y la propia vivencia de una guerra interna, en la que cualquiera era susceptible de ser identificado como enemigo del régimen y por consiguiente ser exterminado. Alrededor de la Marcha se unieron acontecimientos internacionales con la connotación propia de la historia reciente de El Salvador. Ésta es una de las características principales que va adquiriendo la Marcha: un mensaje explícito de reivindicaciones políticas, pero que de forma paralela adquiere otros sentidos de expresión y construcción de identidad para/en sus participantes.
En la única nota periodística [6] que registró la Marcha fueron reproducidos comentarios que mostraban los patrones de discriminación de la sociedad en general. La Marcha fue catalogada como un «desfile bufo» debido a las «cachiporristas travestidos». Además, se incluyó la visión contradictoria de la Iglesia Católica al manifestar que «tiene respeto a la homosexualidad y el SIDA, pero no acepta ciertas cosas que van contra la moral y el plan de Dios». En la nota también se presentó que «con la marcha se quería conmemorar el asesinato de siete prostitutos homosexuales el 26 de junio de 1984» por parte de «soldados del (extinto) Batallón Bracamonte». El trayecto que se realizó fue desde la Plaza de Las Américas, o mejor conocida como El Salvador del Mundo, hasta Plaza Gerardo Barrios en el Centro Histórico de San Salvador. Al final del recorrido, al igual que todas las protestas sociales, se realizó un acto político-simbólico de reivindicaciones de Derechos.
Una serie de homicidios en un corto tiempo sugirió la existencia de un asesino en serie que su objetivo era asesinar homosexuales en 1998. La racha de asesinatos inició con la muerte de Karla, adolescente de 16 años que fue muerta por dos balazos que impactaron su garganta, agonizante fue tirada en la 25 Av. Norte y sobre su cuerpo pasaron las llantas de un pick-up [7].
Entre abril y mayo de 1998 se supo de cinco mujeres trans asesinadas y tres heridas de gravedad. La mayor parte ejercía el trabajo sexual. En este escenario salió a luz pública la Asociación Salvadoreña de Desarrollo Integral para Minorías Sexuales «Entre Amigos», por medio de la denuncia pública de estos actos por parte de William Hernández [8].
Los crímenes fueron tan notorios que atrajeron la atención de cadenas televisivas internacionales. Estas resguardaron para la memoria imágenes de una cierta cotidianidad de las mujeres trans y la celebración de la segunda marcha del orgullo gay-lésbico por medio de dos reportajes. En el primer de ellos: Transvestites are victims of a wave of violence se registraron escenas del ejercicio del trabajo sexual de calle en la Avenida Olímpica de San Salvador, y la perspectiva represiva de los cuerpos de seguridad sobre las mujeres trans. En esta tónica, se registró la realización de la marcha del orgullo gay-lésbico de ese año, que más bien debería ser recordada como «Marcha del Orgullo Trans».
El mes de junio de 1998 se acercaba. El año anterior el Grupo Entre Amigos había realizado la Marcha del Orgullo Gay, pero en este año, según Joaquín Cáceres en entrevista personal de 2014: «Nosotros en esa fecha hicimos un foro denominado 'Los gays somos sujetos de Derecho' y desistimos de hacer la marcha por los asesinatos que hubo del 97 al 98 entre ambas marchas». En este caso fue Fundasida por medio del Grupo Somos y el Programa Gay-Bisexual, acompañados por la naciente organización de mujeres trans El Nombre de la Rosa y Fraternidad Mano Amiga que convocaron a la realización de la segunda Marcha, que tuvo por nombre Marcha del Orgullo Gay-Lésbico, que por las características del momento y la presencia casi exclusiva de organizaciones trans, debería de ser recordada como la primera manifestación política de las identidades trans, aglutinadas para evitar que nuevos crímenes de odio siguieran aconteciendo en el país.
La Marcha de 1998 fue encabezada por el pabellón nacional, que se mezcló con carteles que denunciaban la discriminación que experimentaban las mujeres trans en ese momento y los asesinatos ejemplificados en la frase «No a la Sombra de la Muerte en Rosa». Su recorrido fue diferente a la primera Marcha. Si bien la primera marcha había seguido el curso trazado por las protestas de los movimientos sociales tradicionales, en esta oportunidad, siguiendo la tónica de mostrar la identidad salvadoreña de las personas de la disidencia sexual y de género, se inició en el parque Cuscatlán y culminó en El Salvador del Mundo, ícono de la identidad nacional. En este espacio se desarrollaron diferentes actos políticos. Para iniciar se tocó el himno nacional, posteriormente se realizaron performance de música de la época por parte de las mujeres trans, además se realizó un acto de connotación espiritual al encender velas en memoria de las personas asesinadas en los últimos meses. La temática principal, como ya se mencionó, fue el asesinato de las mujeres trans. Génesis, integrante del Grupo Somos, lo manifestó de la siguiente forma: «En este día celebramos mundialmente el Día del Orgullo Gay, por medio del cual estamos aprovechando para exigir varias cosas, entre ellas 1) el esclarecimiento de todos los asesinatos en los últimos meses […]».
A pesar de amenazas, ataques y homicidios se realizaron las Marchas del Orgullo Gay-Lésbico en 1999 y el año 2000. En 1999, se contabilizaron al menos 700 personas que desfilaron desde la Universidad de El Salvador hasta el Monumento de La Constitución. El desfile fue encabezado por miembros de Entre Amigos que portaban pancartas con mensajes a favor del movimiento. Un segundo bloque integrado por cachiporristas y después tres carrozas en las que viajaban un grupo de candidatas para elegir a la Reina de 1999 en un show en el redondel de la Constitución [9]. En el año anterior se quiso resaltar la identidad salvadoreña de las personas LGBTI+ del país, en esta oportunidad, al ocupar el redondel del monumento de la Constitución. De manera simbólica se exigía justicia por los crímenes de odio de personas LGBTI+ ocurridos en 1998.
Omar Baños, participante de la marcha de ese año, recordó lo difícil que era asumir públicamente una sexualidad disidente al régimen heterosexual obligatorio: «No caminé por la calle con hombres y mujeres que tuvieron el valor que yo entonces no tuve, porque, aunque mi círculo cercano de amigos y familia sabía de mi identidad sexual, en ese momento creía que sentía una vergüenza pública inexplicable y un verdadero miedo e inseguridad. Había escuchado demasiadas historias de amigos que habían sido golpeados por ser homosexuales. Yo no quería ser uno más» [10].
En este breve relato vemos cómo la violencia era un impedimento para que las personas de la disidencia sexual y de género pudieran manifestarse públicamente. En este caso se debía al temor de poder ser objeto de golpes, aunque Baños también debió haber pensando en los asesinatos que en los últimos años habían acaparado los titulares de diversos medios de comunicación.
Para Baños, el no revelarse como un disidente sexual político —caminar por la calle—, fue una medida de autoprotección: «En El Salvador llegué a la cruda realidad que uno aprende, lamentablemente, a tragarse el orgullo en ciertas circunstancias, por seguridad y por miedo», ya que ser homosexual en el país de ese momento «era peor que tener lepra» [11].
En el año 2000 el objetivo de la Marcha fue mostrar a la población en general diferentes facetas del ser homosexual: cultura, educación, colorido y no únicamente lo sexual. Como parte de las acciones de visibilidad política se escenificó una obra el Teatro Roque Dalton. El recorrido de la marcha fue el mismo del año anterior: de la Universidad de El Salvador hasta el redondel de La Constitución. Pero se finalizó con un Acto Cultural. William Hernández aprovechó el espacio periodístico para posicionarse sobre las amenazas recibidas y los asesinatos que estaban aconteciendo: «A pesar de todo esto que pasa alrededor de la asociación, en ningún momento hemos decidido a dar un paso atrás y, por el contrario, vamos a seguir adelante» [12].
El estigma había sido desafiado.
[1] Investigador asociado al Centro Latinoamericano en Sexualidad y Derechos Humanos. Postdoctorado en Salud Colectiva, Doctor en Estudios Internacionales en Paz, Conflictos y Desarrollo y Especialista en Género y Sexualidad.
[2] Viera Altamirano, N. (1970) “En la ciudad de Nuevo York con drogadictos y homosexuales”. El Diario de Hoy, 06 de julio, p. 11.
[3] Ayala, E. «La ciudad duerme sobre el bien y el mal». La Noticia, 04 de diciembre de 1993, p. 8.
[4] Mujeres por la Dignidad y la Vida-Las Dignas. «28 de junio: Día del orgullo lésbico y homosexual. Y usted, ¿por qué es heterosexual?». Diario Latino, 29 de junio de 1994, p. 20.
[5] Colectiva lésbica-feminista salvadoreña de la Media Luna. «¿Qué hacemos en la Media Luna?». Boletina Luna de Miel, N° 2, 10 de diciembre de 1994, p.3.
[6] Ayala, F. «Homosexuales marchan por primera vez». El Diario de Hoy, 30 de junio de 1997, p. 57.
[7] Tenorio, O. «Homosexuales en la mira». El Diario de Hoy, 7 de junio de 1998, p.8.
[8] El Diario de Hoy «Denuncian 5 asesinatos de homosexuales», 29 de mayo de 1998; La Prensa Gráfica. «Denuncian violencia»., 29 de mayo de 1998, p. 20; Más! «Condenan asesinatos de travestis», 29 de mayo de 1998, p. 8.
[9] Redacción. «Día del orgullo gay anticipado», El Diario de Hoy, 27de junio de 1999, p. 14.
[10] Baños, O. «Otra vez el orgullo gay». Impacto! volumen III, N° 4, junio-agosto 2004, p. 3. Agradezco a John Petrus el envío de las revistas Impacto!
[11] Maldonado, E. «Homosexuales en la sociedad de los 'normales'». Diario Latino, 30 de octubre de 1999, p. 4-5.
[12] Avelar, R. «Gays anuncian una marcha». Más!, 20 de junio de 2000, p.6.