Los capturados están desapareciendo en manos de la PNC

Todo el fin de semana pasó preguntando a los policías si de verdad había sido trasladado, pero nadie le explicó nada más. Hasta este domingo que un agente ha decidido ayudar a las madres que están preguntando por sus hijos que han desaparecido en manos de la PNC.

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abril 5, 2022
Foto David Ernesto Pérez

— ¡El 31 de marzo, EL 31 DE MARZO lo agarraron los policías del Puerto de La Libertad!

— Mire, aquí no está —el policía señala el pedazo de papel que quizá él mismo escribió y la observa con actitud quirúrgica— yo le estoy dando la información exacta.

— Pero ¿cómo es eso que ayer me dijeron que aquí estaba y que le fuera a pagar comida?

El policía vuelve a señalar el pedazo de papel repitiendo que había sido trasladado a Santa Ana el 8 de marzo.

— ¡Pero él cayó el 31 de marzo!

Marlene G. se calla y llora absorta en el pánico del desamparo observando el pedazo de papel que el policía le ha devuelto. Es como si repasara los últimos momentos en que vio a su hijo o como si no creyera todavía que está frente a la desaparición de su hijo en manos de la Policía Nacional Civil (PNC).

Marvin Alexander A. G. fue capturado el 31 de marzo en el mercado del Puerto de La Libertad, en el quinto día de vigencia del Régimen de Excepción. Es vendedor y tiene tres tatuajes: los nombres de sus dos hijos y el de su abuela fallecida. Fue acusado por supuestamente pertenecer a agrupaciones ilícitas.

Del mercado fue trasladado a las bartolinas de la subdelegación de la PNC en el municipio. Ese mismo día los policías le ordenaron a Marlene que pagara desayuno, almuerzo y cena porque iba a quedarse varios días.

Sin embargo, el 1 de abril fue trasladado a El Penalito, sobre la Calle Concepción, San Salvador. Ese mismo día fue y los policías que la recibieron le volvieron a ordenar comprar desayuno, almuerzo y cena para su hijo, así como un paquete con ropa e implementos higiénicos. Pagó todo y después la mandaron a buscar su nombre en las listas pegadas en la pared de la delegación.

Lo encontró en la lista de los trasladados al Centro Penal de Izalco, en Sonsonate.

Todo el fin de semana pasó preguntando a los policías si de verdad había sido trasladado, pero nadie le explicó nada más. Hasta este domingo que un agente ha decidido ayudar a las madres que están preguntando por sus hijos que han desaparecido en manos de la PNC.

El policía sigue dando información. Lee otro papel con otro nombre más: Jorge Alberto. Una anciana se acerca y levanta la mano.

— A él no lo han traído.

— ¡Pero me dijeron que estaba en la celda once!

Pasa al último pedazo de papel: pronuncia un nombre y un hombre alza la mano: sí, está en la celda número tres.

El policía da media vuelta, pero docenas de mujeres se aglomeran alrededor suyo extendiendo pedazos de papeles con los nombres de sus nietos, hijos o esposos capturados. Es un torbellino de cabezas cubiertas con mantelinas, toallas blancas, pañales infantiles, domingueras gorras flojas.

Toma todos los que se puede, abre el pesado portón y entra a El Penalito.

Listas de los detenidos en El Penalito. Foto David Ernesto Pérez.

Listas de los detenidos en El Penalito. Foto David Ernesto Pérez.

José Eduardo se queda esperando lejos del portón. Xiomara Beatriz O., su mamá, fue capturada el 30 de marzo cuando vendía agua en el transporte colectivo que viaja de Sacacoyo a San Salvador.

Él, que también trabaja como vendedor en el transporte colectivo, se enteró después porque en ese momento estaba en su casa preparando bolsas con maní; lo que ha conocido lo supo por boca de los amigos de ambos.

En el momento de la captura la acusaron de pertenecer a agrupaciones ilícitas.

«Nos están agarrando solo porque somos vendedores informales», se queja.

Xiomara, según le dijeron, fue trasladada de Sacacoyo a El Penalito. Hasta el momento, sin embargo, no ha verificado que realmente está ahí; no aparece en los listados de las que fueron llevadas a Cárcel de Mujeres, pero tampoco está en los listados de las que están en las bartolinas policiales.

Desde el miércoles hasta este domingo no ha vuelto a verla.

María L. sostiene la pacha de la que su sobrina, nacida hace unos seis meses, está bebiendo leche. Ella y su cuñada esperan apoyadas en el portón de la delegación.

Ella es menor de edad y migró con su novio a México el 15 y el 17 de marzo, pero fueron capturados en Ciudad Hidalgo y llevados a centros de detención para centroamericanos. El día 24 Gerson Antonio E. fue deportado.

Desde entonces permaneció en su casa en caserío El Jute, en el Puerto de La Libertad.

En la mañana del 1 de abril Gerson Antonio E. y María estaban en la casa: ella en su cuarto y él en la cuna de la niña revisando su teléfono celular.

Una patrulla se estacionó frente a su casa, uno de los policías bajó y entró a su casa, luego al cuarto y revisó debajo de la cama de María. Después fue al corredor y encontró a Gerson.

Preguntó por los nombres de todos. Los sacaron a los dos y los llevaron a la delegación del Puerto de La Libertad. Mientras viajaban les dijeron que Gerson iba a ser acusado por agrupaciones ilícitas.

A ella la dejaron libre. A él lo trasladaron a otro lugar.

— Lo trasladaron a la delegación de Conchalío, después lo sacaron para llevarlo a asistencia a la Procuraduría (General de la República) y nos dijeron que podíamos llevarle almuerzo ahí, pero cuando llegamos nos dijeron que estaba en El Penalito, fuimos a El Penalito, pero nos regresaron a Conchalío, fuimos y allá nos dijeron que tenía media hora de estar en El Penalito, volvimos aquí y nos dijeron que había sido trasladado a Izalco.

Gerson trabajaba estampando camisas, pero durante la cuarentena del año 2020 fue despedido. Migró a México buscando trabajo. En su tiempo libre patinaba y surfeaba.

En este momento el policía vuelve a salir con más respuestas. Las mujeres (y los pocos hombres que hay) vuelven a concentrarse alrededor suyo. Lee:

— Vamos a quedar pendientes con Joel Neftalí. Todavía estamos buscándolo.

— Erick Rodríguez M., está en Izalco. No sabemos cuándo salió.

— Alejandro L., está en la celda trece. Le pueden pagar comida solo para hoy, porque mañana pueden cambiar las cosas.

— Carlos Rafael F, está en la celda trece.

— Edwin Alberto B., vamos a esperar porque siguen buscándolo.

— Carlos Alberto A., está en La Libertad Norte, en el Penalito de Lourdes.

Una mujer lo interrumpe diciéndole que ayer le dijeron que estaba aquí, en El Penalito de San Salvador.

— ¿Lo agarraron el 1 de abril? —repregunta el agente.

— No, el jueves —responde angustiada la mujer—.

No hay más respuestas. Sigue la lectura:

— Carlos Antonio M., vamos a estar pendientes con él, siguen buscándolo.

— Erick Alonso M., está en la celda nueve. Hay que pagarle comida.

— Gerson Antonio E., en la celda nueve.

— Luis Ángel V., en la celda doce.

— José C., en Izalco. ¿Ok?

— Jaime Javier J., vamos a buscar.

Termina de leer. Más y más se acercan a preguntar. Una mujer reclama que su esposo estaba en la celda tres, pero ahora ya no aparece ni en los listados de El Penalito ni en el de los trasladados a Izalco.

Otra grita que su hermano no aparece.

El policía vuelve a largarse. Les avisa que a las cuatro de la tarde o mañana pueden volver a preguntar por sus desaparecidos.

Una mujer se aleja refunfuñando. A su hijo lo capturaron el martes 29 de marzo. El jueves le dijeron que estaba en la celda siete de El Penalito, pero este domingo ya no aparece en el sistema: no está en la lista de los internos, pero tampoco en la de los trasladados. Fue capturado por agrupaciones ilícitas.

    
 
David Ernesto Pérez

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