El viaje de Roque Dalton García a "El Sexto Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes por la Paz y la Amistad celebrado en Moscú en Julio-Agosto de 1957" transcribe la segunda entrega de "Alrededor del Mundo", publicado dos años después ("Gallo Gris, noviembre de 1959: 24-30; fechado 1958). Aunque se trate de una experiencia personal, siempre hay un desface del hecho a la palabra, que rara vez se evalúa. La crónica describe un largo viaje a la URSS con varias escalas cuya salida hacia Panamá ocurre el 6-7 de junio de 1957. Lo realizan "cinco jóvenes salvadoreños", todos hombres, por supuesto: Roberto Castellanos Calvo, José Domingo Mira, Enrique Ramírez, Tomás Guerra Rivas y él mismo. El objetivo consiste en romper el tabú que percibe a "los países socialistas" —hoy inexistentes— por sus acciones "horribles y anti-humanas", incluso dicen que "se comen a los niños y queman a los viejitos".
Así, el artículo auto-biográfico anticipa que —antes de toda "fake news/noticia falsa"— los "grandes medios de comunicación" difunden ideas tergiversadas por sus presupuestos políticos. Para desmentirlos, hay que "conocer personalmente", en vez de verter opiniones sin fundamento ni teorías sin evidencia. En la esfera política, la experiencia directa reemplaza el experimento de la ciencia. La verdad se funda en la vivencia que carece de vigencia sin el cuerpo físico que la encarne, i.e., "estoy enfermo/embarazada...". Ese conocimiento —"-ix-mati, saber visual", entrañable— genera "incidencia materiales y espirituales" que trascienden la palabra poética. No sólo el saber objetivo conduce a descubrir la verdad, sino el conocer (con-gnosis) también guía su hallazgo. "Conocemos la verdad" en el "viaje".
Sin un apoyo financiero institucional, cada participante debe obtener el dinero para sufragar los gastos. Dalton García consigue un préstamo que, dos años después, aún no logra "cubrir". Pero la dificultad económica, la salda el conocimiento directo. Esta travesía propulsa la poesía comprometida a su verdadera vocación "socialista". Lo que se llama "cortina...de hierro", el escritor lo vive como "cortina...de flores", es decir "Anthos", la poesía misma que brota de la vida. Su "Paz y Amistad" preludian la revolución salvadoreña inevitable, por venir.
Los jóvenes no temen "las calumnias" ni las "contrariedades" laborales a su regreso. La "conciencia y la libertad humana" se sobreponen al riesgo de una sociedad llena de prejuicios, la cual ignora "la verdad". Hacia 1970, el testimonio tardío de su llegada declara los varios "interroga(torios)" a que lo sometieron, desde "Lisboa" (1970) a "Barcelona y las Islas Canarias" (sólo en 1986), hasta "Caracas" y Panamá, etcétera" ( "Para un poema en el Centenario de Lenin. VII.1", 1970 (véase ilustración) y "Un libro rojo para Lenin. II", Managua: Nueva Nicaragua, 1986; como siempre se presentan adiciones, sustracciones y el estilo "en collage" altera el orden de los poemas). La lectura averiguará si esta persecución anti-leninista sigue vigente, en vez del régimen de excepción.
Sin relatar los incidentes marítimos del "Americo Vespucci" que —con escalas— los conduce a Italia, luego parten hacia Viena. En la capital austríaca, permanecen "dieciocho días" de inquietud por los trámites para ingresar a "Checoslovaquia" y, de ahí, a la URSS, por la "zona de Ucrania". De nuevo, la lectura juzgará el contraste actual con ambas regiones, la una disuelta y la otra en conflicto.
Al menos, la espera ansiosa la mitigan "conciertos", "ballets", la "cerveza digna de los doce apóstoles" y, obviamente, la presencia de "Zahyra" en el baile junto al poeta. Al obtener las "visas", se van hacia la frontera checa que pasan sin problemas. Por error, "como inditos dundos", asegura que se extravían en una estación de tren, única referencia étnica y peyorativa (ojo: "colonizar" no se relaciona al indigenismo y al rescate de los idiomas maternos, sino al uso del lenguaje coloquial masculino, vulgar y revolucionario, "huevos, darse/echarle verga, cerotillo, joder, volar riata, agarre chiches, cheles/guerritas de mierda, meter en el culo", 1970: 137). Por fortuna, los demás pasajeros los atienden de "maravilla" con múltiples regalos: "botella de cognac, galletas y canciones". En la frontera los esperan un par de intérpretes y "Olga, la bella Olga".
A su ingreso a la URSS, la recepción los regocija sin cese por su gratitud y no paran de "dar autógrafos a niños y muchachas". "Nos abrazan, nos besan, cantan canciones para nosotros". Así les entregan la "felicidad" que reina en "Ukrania", gracias al dominio soviético, hoy en duda. La frontera es fluida, sin "cortina" férrea ni registros estrictos. Al llegar a Moscú, Dalton García "toma la palabra en la recepción - Mitin", la cual la trasmite la "Radio Central". Los alojan con todos los servicios, incluido un autobús con la bandera salvadoreña. La "absoluta libertad de tránsito" confirma el sistema político de la URSS. Gracias a ello, el poeta visita otras regiones y descubre la historia de Moscú.
Lo impresiona el "Mausoleo de Moscú" donde se resguardan "los cadáveres" de figuras inmortales como Lenin y Stalin —también las "cenizas" y restos" de "los héroes de la revolución proletaria"— el "Kremlin", y los monumentos arquitectónicos vecinos. Destacan "La Plaza Roja", "El Metropolitano de Moscú", "La Exposición Agrícola e Industrial", la "Biblioteca Nacional Lenin", "El Teatro Bolshoi", "El Estadio Lenin", varios "Museos" y "La Universidad de Moscú" con entrada libre para los obreros. Más allá de este patrimonio material sin precedente, Dalton García subraya el legado inmaterial, imperecedero de los "Soviets". Se trata del "hombre de nuevo tipo que ahí está construido". Ignoro si esta humanidad renovada pervive aún en la capital rusa, ya que la evolución se percibe irreversible y ascendente. "Lenin fue el hombre nuevo...poeta" ("Un libro rojo", 1986). Sólo en el "viaje" se conoce "la verdad".
Luego se inicia el Festival con la asistencia de "131 países del globo". No hay "discriminación de credos políticos o religiosos, raza, condición social o nacionalidad". La cuestión de género —participación de la mujer— queda en el silencio, al igual que en la representación salvadoreña, salvo la mención tardía de "una muchacha llamada Claudia" (1970: 144). Hay un desfile inaugural y "actos solemnes en el Estadio". El programa dura quince días con circos, conciertos, deportes, cine, artes plásticas, seminarios científicos, etc.
Dalton García y sus compañeros salvadoreños participan con ánimo jubiloso y publican "opiniones, entrevistas y artículos" en "periódicos soviéticos" . Mientras los otros cuatro viajan a Praga —hoy desconocidos por su obra— él permanece invitado por la "Unión de Escritores" en una gira con personajes destacados como Miguel Ángel Asturias y Graham Greene. En "el Seminario de Literatura celebrado en las aulas de la Universidad de Lomonósov" no aparece el nombre de una sola mujer. Pese a su ausencia, aprende cómo "construir valores" imperecederos —tal cual "la paz y la amistad"— en su interacción con los "jóvenes soviéticos", quienes los propagan en lugar de la guerra y el odio. Sólo el giro revolucionario asegura que "el mundo se va haciendo mejor" y engendra un "hombre nuevo" con una verdadera "responsabilidad ante el futuro". El "futuro" redentor sólo lo engendra la fe de la "unión fraternal" que convoca la inevitable revolución mundial por venir.
Sin duda, el postulado de una revolución socialista inevitable no expresa el resultado de una demostración científica, materialista ni dialéctica. En cambio, representa una "fe" milenaria en la cual la creencia sustituye la ciencia. La secuela del viaje concluye al "reafirmar la fe en la paz y la amistad". Si el conocer guía a Dalton García hacia la verdad —se dijo— también la creencia dicta el ideal político. Hacia 1969, la llama "el advenimiento de la esperanza" gracias a "la lucha por el futuro" ("Diez años de revolución: el intelectual y la sociedad", "Casa de las Américas", septiembre octubre 1969: 11, amplia discusión sin presencia de la mujer). Parta lograrlo, hasta 1970, no existe una paradoja entre asumir "la vida armada de las revoluciones" y clamar "la luz...la paz...la esperanza de Lenin". Como el día y la noche, "la paz y la amistad...para los proletarios" concluye con "el odio" y "la pólvora" para sus opresores (queda sin comentario el ascenso inevitable al socialismo y la sexualidad: "agotemos...nuestra prehistoria (capitalista) como ese acto sexual...prolongado y...doloroso), 1986: 234).
Se repite, hay que "reafirmar la fe", cuyo crédito, legado fiduciario, (con)fianza, etc. sostienen la estructura económica. Sólo el imperio euro-centrista de los estudios culturales ignora aún el triángulo epistémico que rige la filosofía náhuat y sus propias investigaciones: saber/-mati - conocer/-ix-mati/saber visual - creer/-yul-mati/saber cordial. En la crónica vivida, la secuencia tripartita la enuncia Dalton García. "Puesto que hoy conozco la URSS, refuerzo mi fe en su sistema político-social y sé que el socialismo irreversible exhibe la etapa superior al capitalismo. Pronto llegará a mi país". La certeza del conocer y del creer son irrefutables, pero el saber lo falsifica la revolución fallida.
No se piense que la devoción temprana por Lenin (1870-1924) la engendra su ser "católico militante", mientras observa al Difunto ("En 1957 yo vi a Lenin en Moscú" ("Poema para un Centenario", 1970: 140; "Un libro rojo", 1986: 21). Por lo contrario, "ver" con "preciada" reverencia a los Muertos inaugura un pensamiento crítico de la historia, una nueva historiografía y acción revolucionaria. "Morimos por la vida...de toda la humanidad", declara un axioma marxista-leninista inédito (1986: 89). Sin precedente histórico, cree, sólo el materialismo histórico imaginaría una persona "sacrificada" para salvar el mundo, al forjar el concepto de "xochiyaoyotl/guerra florida o ikniuyaoyotl/guerra amistosa" (gbn.lib.unam.mx y aulex.org/nahuatl). Al afirmar "yo vi a lenin" —"verdaderamente un cadáver" , junto a la "frescura" de "Stalin"— no decae su "adoración por cuanto lugar sagrado enfrente" (1970: 144). En cambio, el "sobrecogimiento" le sugiere resucitar a Lenin, hasta encarnarlo en la guerrilla salvadoreña. "¡Hay que dinamitar el mausoleo para que Lenin salga...a recorrer el mundo, cogido de la mano con el fantasma (-Kujkul) del comunismo!" (ídem.).
Igualmente, en 1970, "Roque Dalton maduro" confirma esa figura viva en La Habana, durante el "Centenario de Lenin", como "antesala para las batallas...de la revolución latinoamericana". Hasta 1985, ya nuevo "mártir", Arqueles Morales certifica que "el marco político" del despegue revolucionario salvadoreño lo impulsa la presencia de los héroes difuntos. Sea "el cadáver inmenso del Comandante Che Guevara", sea la "apar(ición de) Lenin...regañando a los cachorros mal portados del partido", la utopía futura brota de reencarnar los axiomas guerrilleros en la lucha ("Prólogo" a "Un libro rojo", 1986). No se trata de un saber —se insiste— sino de una vivencia hacia la clandestinidad en la montaña, un nuevo "viaje", y una convicción del porvenir, ahora sin vigencia. Si en la academia actual el marxismo sobrevive como teoría válida, ya no pervive en su compromiso de vida guerrillera: ¿el saber teórico —"radical pasivo"— conoce la lucha armada y cree en la inminente dictadura proletaria? El "hombre nuevo...hombre integral" conlleva la "unidad de teoría y práctica revolucionaria...la guerrilla, el frente", ausente en 2024 (1969:11).
Por este dogma —"corazón de carne y sangre a la verdad" (1970: 136)— el culto a los "mártires" y "héroes" escribe la historia. "Hablan los muertos de Vietnam" (1986: 89). Ellos encarnan el futuro promisorio que Dalton García conoce "personalmente" en el viaje a la URSS. Ahí encuentra "un mundo feliz", en "libertad absoluta", el cual rinde homenaje a "los cadáveres" que fundan la utopía viviente. No en vano, la poesía entona un "Réquiem" o "marcha fúnebre para los mártires", de cuyos cuerpos difuntos retoñan las "rosas rojas" y las "flores" (Anthos), esto es, la historiografía poética abonada por las "cenizas victoriosas" (1986: 78 y 89). A la vez, su realización engendra el "hombre nuevo", acaso el "super-hombre" a recrear en América Latina. Si la revolución no reclamara su sentido original —el giro de los astros, en su retorno inevitable— ya todo el mundo encarnaría el "superhombre", viviría en "libertad absoluta" y conservaría los despojos del pasado. Las "cortinas de flores (Anthos/Xuchiyu)" adornarían los sueños y todo el mundo sería poeta, en diálogo rulfeano con los Muertos.
Al ascender hacia "la edad de oro, la Edad de los Poetas", jamás deben olvidarse las otras esferas esenciales del saber: ciencias naturales, física y química, botánica, zoología y anatomía, lenguajes artificiales que permiten el internet y la ingeniería que alimenta, ofrece vivienda, transporte y electricidad. Jamás la poesía reinará sola sin nutrirse de la técnica. "Pues si ya", para la verdadera consciencia, "lo demás" nunca resultará irrelevante. En un mundo donde la poesía la difunden revistas digitales —la imprenta en anticipo— su materia prima ya no sólo la compone "la palabra". La repone la tecnología (Tekhne/Ars) que, más allá de lo oral, la disemina "alrededor del mundo". La con-sciencia po-Ética implica el diálogo de la ciencia con la ética.
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Abstract: "The Flower Curtain" analyzes the short article written by the Salvadoran poet Roque Dalton García (1935-1975) about his visit to the USSR. He attends to "Sixth World Youth Festival for Peace and Friendship in Moscow, July-August 1957". He wants to confirm the life at the Soviet Republic by his own experience. With four young male friends, he undertakes a long travel from El Salvador to Panama, a ship to Italy, and the by train to Austria, Czechoslovakia, and finally to the USSR by Ukraine. They participate actively in the Festival, without a female name who endorses this project to promote universal "peace and friendship, thanks to the new historical stage of development: socialism. Believed as inevitable and irreversible, this upcoming era will soon arrive to the American continent, thanks to Lenin’s theories, and the reincarnation of his thoughts. Despite his Catholic engagement, these early ideas continue their influence after his conversion to Marxism. The claim to be a scientific theory is complemented by an eyewitness account and by faith in a future redemption. Scientific knowledge (-mati in Nahuat), admits the precedence of acquaintance (-ix-mati), and of belief (-yul-mati). Salvadoran Nahuat philosophy establishes an epistemic triangle in which objective knowledge cannot erase both complements. Indeed, political engagements applies religious priority that involves hope in revolutions and proletarian dictatorship, nourished by lived experience, and theoretical studies. Faith and experience precedes science. In brief, current Marxist teaching forgets the relevance of guerrilla action in Dalton, and his faith on imminent change. Theory survives without practice and hope.