APÓYANOS

Roque Dalton y el legado náhuat en Lyle Campbell (1)


Al situarse hacia mediados de 1975, el recuerdo restituye el juicio sumario contra Roque Dalton y la falta del archivo original en su país de origen.
Publicado en abril 26, 2023
Professor Emeritus. New Mexico Tech rafael.laramartinez@nmt.edu Desde Comala siempre…

El olvido acabará por sernos lo más familiar. al no recibir conformes los múltiples testamentos…  RMR

 

Foto tomada de Semanario Voz

Resumen: El ensayo se divide en cuatro secciones.  En un primer momento, explica el concepto de poética.  Lo vincula al habla creativa que formula conceptos generales y establece relaciones entre esferas distantes.  A la historia —estudio de hechos particulares— la poética propone la primacía de la palabra (Logos) en lo colectivo y la conexión entre eventos contemporáneos (0).  Por una convención arraigada desde el siglo XIX, la literatura nacional y las lenguas indígenas establecen ámbitos sin comunicación ni diálogo continuo.  En segundo lugar, al situarse hacia mediados de 1975, el recuerdo restituye el juicio sumario contra Roque Dalton y la falta del archivo original en su país de origen (I).  En tercer lugar, el ensayo certifica el olvido de la recolección de la lengua náhuat, contemporánea del asesinato del poeta (II).  El concepto surrealista de “azar objetivo” refrenda el enlace entre el recuerdo de la poesía y el olvido de la tradición oral.  Por años, la profusa denuncia del fratricidio convive con el olvido del lengüicidio, hasta que el presente reviva el idioma en su po-Ética (III).  La última sección (IV) restituye el legado narrativo de Lyle Campbell al reproducir los textos que recolecta hacia mediados de los setenta.   La traducción semi-literal conserva el ritmo del original, pese a su disonancia en castellano.  A contrapunto, el ensayo añade la exigencia de admitir las lenguas indígenas —su legado mito-poético y epistémico— al rígido canon literario, monolingüe hasta el siglo XXI.  Jamás se desarrollará una verdadera teoría de la descolonización sin incluir la sabiduría (philos) del amigo (philos) en la esfera de la historia cultural salvadoreña.

Abstract: The essay is divided into four sections.  At first, it explains the concept of poetics.  It is linked to creative speech which formulates general concepts and establishes relationships between distant spheres.  If history studies particular facts, poetics proposes the primacy of the word (Logos) in the collective, and the connection of contemporary events (0).  According to a convention established since the 19th century, national literature and native languages form two different spheres, without communication or a continuous dialogue.  Secondly, placed around mid 1975, memory restores the concise judgment against Roque Dalton, as well as the absence of his original archives in his homeland (I).  In third place, the essay certifies the silence on Nahuat-Pipil language research, contemporary with the murder of the poet (II). The surrealist concept of "objective chance" confirms the link between memory of poetry and forgetfulness of oral tradition.  For years, the profuse denunciation of fratricide coexists with oblivion in glottophagy, until the present will revive language in its po-Et(h)ics (III).  The last section (IV) restitutes Lyle Campbell's narrative legacy by reproducing the texts he transcribes in the mid-seventies.  The semi-literal translation keeps the original rhythm of the original stories, despite its dissonance in Castilian.  In a counterpoint, the essay assesses the requirement of allowing natives languages —their myth, poetic and episteme— as an integral part of a rigid monolingual literary canon, until the 21st century.  There is no real theory of decolonization without including the wisdom (sophos) of friendship (philos) as a constitutive part of Salvadoran cultural history.

0. Poética

Existen dos modos distintos de pensamiento científico — el determinismo global e integral, ajustado a la percepción y a la imaginación; la distinción de niveles, desplazada de la intuición sensible.  La vigencia del pensamiento salvaje exige que la lengua sea habla; la lingüística, poética.

0.I.  De Aristóteles...

De la antigüedad clásica al presente, existe una disputa por apropiarse de los hechos.  La pugna más obvia la refiere la distinción entre historia y ficción.  Aristóteles establece la oposición entre la historia y la poética; André Breton acuña el término “azar objetivo”.  Revela la co-existencia de dos ámbitos sin vínculo inmediato.  Los contemporáneos que se ignoran jamás escriben historia, sólo transcriben “ficciones” borgeanas en epigrama.

Lo simple piensa el choque del divorcio perenne entre el hecho y la ficción. Ambos se contraponen en su cenit y nadir —mediodía y medianoche— sin atardecer ni amanecer que los engarce en círculo complementario y cambiante. Esta perspectiva ingenua la precede el contraste de lo particular y lo general.  Las dos disciplinas usan palabras, pero las orientan hacia un sentido diverso.

El historiador se sirve del lenguaje para remitir a un hecho específico en el pasado.  En cambio, la poeta es la servidora del lenguaje al referir lo colectivo.  “RLM comió pupusas de queso ayer” contrasta con “el salvadoreño come pupusas de queso”, como la historia se opone a la poética.  El pasado de lo personal difiere de lo universal.

Se trata de un problema espinoso, ya que toda palabra es un Aleph borgeano. Marca un punto donde se observa el infinito.  La palabra “mango” son todas las frutas de ayer, hoy y mañana que pertenecen al mismo género: un número incalculable. “El mango es delicioso” asegura la poética abstracta al presuponer: “los mangos inexistentes —pasados (podridos) y futuros— son exquisitos”.  La historia lo vuelve hecho concreto al afirmar “el mango está delicioso”, en el instante en el cual me lo como.

Sólo el paso de la historia a la ficción —del hecho concreto a su generalización— hace posible instituir reglas universales, valores éticos y bosquejos hacia el futuro. Lo difícil del límite lo complica la búsqueda creativa de leyes, significaciones e ideales más allá de verificar hechos.  En un sentido estricto, esta generalización se llamaría poética, ya que elude el suceso concreto al proyectar mundos imaginarios por venir.

0.II.  ...A Breton

A esta primera correlación de los opuestos, Breton añade una idea adicional.  El enfoque en lo específico separa ámbitos precisos por la necesidad del análisis.  Sólo Mafalda mezclaría la geometría del pentágono con la política estadounidense.  Tal sería un enlace desquiciado —falta de goznes científicos a la hora del pensar.

No obstante, esta exigencia descabellada la desarrolla el surrealismo, así como la propone Carl Jung bajo el concepto de sincronicidad y Claude Lévi-Strauss, bajo la noción de magia o “ciencia de lo concreto”.  Dos acontecimientos que ocurren en el mismo Espacio-Tiempo no se conectan por casualidad.  Los vincula un principio magnético ignorado.  “El proceder poético lo indaga la coincidencia de hechos en serie que se consideran independientes” (Breton).  La paráfrasis siguiente verifica cómo un proceder puramente. literario explica la manera en que la antropología entiende la magia en su explicación de lo Real.

"Existen dos modos distintos de pensamiento científico — el determinismo global e integral, ajustado a la percepción y a la imaginación; la distinción de niveles, desplazada de la intuición sensible.  La vigencia del pensamiento salvaje exige que la lengua sea habla; la lingüística, poética".         Por ello, mientras los estudios culturales ignoran la mito-poética y la filosofía náhuat testimonial (-i:x-pan; -i:x-mati), la lingüística tiende hacia un nivel distinto del análisis.  Hasta el siglo XIX, no existe una correlación entre la filosofía y la literatura en castellano y los estudios de las lenguas indígenas.  Las ciencias sociales —los estudios culturales— niegan la existencia de toda correlación entre ambos dominios, esto es, la literatura nacional castellano-céntrica y las lenguas indígenas.

0.III.  Poética, creatividad y coincidencia

De esta doble definición de la poética —lo general y la co-incidencia— se deducen dos corolarios.  En primer lugar, ni la poética la monopolizan las poetas, ni la historia les pertenece a los historiadores.  La poética funda el acto de habla creativo (Yo-Tú), así como la experiencia cimienta el testimonio (-ix-pan; -ix-mati).  El monopolio estricto nunca sucederá, salvo durante esa etapa de acumulación que predice el milenarismo materialista.

El acaparar una esfera de pensamiento equivaldría a esa última época del capitalismo que vaticina la irremediable llegada del socialismo.  Eso dicen los ortodoxos leninistas.  Dudoso de ese vaticinio mesiánico del ayer, la historia y la poética jamás la privatizan la academia ni los letrados.  Fluyen libres como el aire.  Cimientan la vivencia misma de los hechos y su deposición en lengua oral o escrita.  La más mínima anécdota narra hechos vividos —a efectos narrativos a dilatar— como todo niño sabe que el sonido posee varios sentidos en la audiencia: “si no nada (nothing/you-(s)he swims) se ahoga”.

En segundo lugar, la poética acopla ámbitos que el saber científico escinde en estantes autónomos, pese a ser contemporáneos.  El análisis estricto de cada sección lo reemplaza la síntesis de las partes, integradas en un cuerpo común.  El examen es la ciencia —natural o social— el compendio, la poética.  El primero lo encierra la historia —en el sentido académico rígido— la segunda se extiende hacia la poética, en el sentido amplio de incluir el habla misma y el testimonio de lo vivido.  Antes de instituir la poesía, la poética implica la facultad humana de crear un discurso que ninguna gramática anticipa de antemano.

Enfocada de un ángulo diverso, la dicotomía historia-poética la recorta la idea de “mimesis” (Eric Auerbach, “Mimesis”, 1942).  “El arte/la épica (tekhne; epopoiia) […] imita (mimesis; rythmw) tan solo por medio del lenguaje/palabras (Logois)” (Aristóteles, “Poética”, capítulo 1, 1447b).  Sin calco directo, la imitación de la palabra textual deslinda dos estilos contiguos que influyen “la representación de la realidad” en Occidente.  La épica de Homero contrasta con el relato de La Biblia.  “Lo visible y palpable en un espacio-tiempo concreto” difiere de personajes orientados “por un valor moral absoluto”, sin presente.  El destino fijo y legendario griego alterna con la “Verdad tiránica”, cuya “construcción histórica universal” engloba toda vida humana particular.  Las simples biografías —entrecortadas en sus motivos diarios— las suplanta el designio divino.  Su plan único apunta hacia la realización futura.

Obviamente, no existe una correspondencia inmediata de la oposición historia-poética a la disparidad de género entre Homero y La Biblia.  Empero, las maneras en que se ajustan ambos pares daría pauta a serias interrogaciones. Hay que preguntarse por qué razón el presunto realismo de la historia lineal se acopla a odiseas del eterno retorno y a milenarismos universales del cambio.

Al no someterse a su proyecto único, “la verdad histórica” acusa de “rebelde” la duda anti-realista de la ficción.  A imagen de “la historiografía antigua” —“pop music”, rap, jazz, cumbia, trova, etc. actual— todo estilo impone una “retórica” cuyos filtros depuran “la conciencia histórica” de la época.  La regla estilística estipula “la imitación” convencional “de la realidad”.  El realismo no lo comprueba el rigor exclusivo del ensayo.  Deriva de los múltiples enlaces que un texto mantiene con las más variadas interpretaciones.  Sólo la narrativa refleja los múltiples registros de la lengua —jerarquizados siempre— los cuales calcan del habla popular a las altas esferas.

En sus lecturas agudas, a Uds. les corresponde cuestionar esos enlaces complejos entre “la representación de la realidad” y los estilos acostumbrados, a veces tan monolíticos como el ensayo.  En un mundo anti-Matisse, el ensayo académico rectilíneo aplaza el cubismo rulfeano, el diálogo platónico, el relato filosófico borgeano, y otros estilos alternativos como la “representación pluripersonal” de los hechos en testimonios contradictorios.  “El nombre de la rosa” sustituye la flor.

I. Fratricidio

xi-nech-ilwiti […] ka:n naka-k ne i-uh-u:mi-yu, “Enseñame dónde quedó los huesos / la osamenta”.  “Los Hucacaneros” (Santo Domingo de Guzmán, junio de 1975), recolectado por Lyle Campbell.

Hay que situarse en El Salvador hacia mediados de 1975 para com-prender una discordancia.  La historia política y cultural elimina la conexión entre dos hechos contemporáneos.  El azar objetivo del (des)encuentro es asunto de la poética.  Asimismo, a una mito-poética del réquiem le concierne exigir “enseñama dónde quedó la osamenta”.  Por lógica de exposición, se transcurre de lo conocido —el juicio sumario contra de Roque Dalton— a lo acallado: el legado náhuat-pipil.  Al aplicar el axioma surrealista del azar objetivo, este ensayo confirma la permanencia del mito náhuat en los estudios culturales, la cual la refrenda el recuerdo familiar.  En el inconsciente amoroso y filial, la razón exige emprender la misma búsqueda que "Los Huracaneros" realizan el año del fratricidio: "mientras el cadáver de mi padre no aparezca, está desaparecido" (Juan José Dalton, EDH, 18 de octubre de 2020).  Como la piedra y la semilla, la mito-poética náhuat dictamina que la osamenta exhibe la materia dura que sustenta el archivo documental de la memoria.

*

Todo el mundo recuerda los trágicos sucesos de mayo, el asesinato del poeta. Mientras el ámbito indígena apenas comienza a rescatarlo la actualidad.  Por ello, esta sección describe un breve fragmento del litigio contra el poeta; la siguiente, la recolección de la mito-poética náhuat-pipil.  La secuencia lineal la asigna la lengua misma.

Pero no relega la «interpretación “figural”» de “dos acontecimientos” —poesía mestiza y mito-poética náhuat-pipil— y dos “personas” —Roque Dalton y Lyle Campbell simultáneas (Auerbach).  Íntimamente, se ligan en su “conexión espiritual” a una misma identidad en sólida permanencia de “hueso”.   El azar objetivo del desencuentro los vincula en un doble enlace.  Viven como contemporáneos que se ignoran; perduran como pilares desdeñados de una nación a varios patrimonios en sinfonía.  Son vasos comunicantes sin diálogo continuo.

“El Estado Mayor del Ejército Revolucionario del Pueblo” se declara “victorioso de uno de los ataques más peligrosos que lanza la tiranía y el imperialismo”.  Para el análisis actual, importa juzgar la mentira que encubre el crimen como proceder de un grupo en un época.  Existen otros juicios —simultáneos y posteriores— que discrepan radicalmente con la perspectiva actual.  Sean verdades comprobadas, falsedades o fábulas, explican el proceder de un período revocado pese a las objeciones actuales.

 

 

Cinco juicios del silencio y del olvido

Nótese el contraste entre los juicios previos y los actuales por el cambio de paradigma.  Hacia 1971, Dalton aún no clasifica en la lista de “poetas revolucionarios” sino induce el “vacío” y “el lenguaje falso”.  El crimen lo justifican la “infiltración”, sus “tendencias burocráticas e intelectualistas” de “pequeño-burgués”.  De 1978 a 1990, el poeta aún se juzga “pequeño-burgués”.  Su audiencia refrendaría ese legado “impopular” por la lectura de la poesía y del testimonio.  Además, hacia 1987-1990, aún “no se sabía quién lo había asesinado”, es decir, quiénes formaban el “Estado Mayor del Ejército Revolucionario del Pueblo”.  Igualmente, lo indígena, su lengua y saber ancestral los excluyen el debate cultural revolucionario y la futura identidad nacional.  Sólo el antónimo de “Funes el Memorioso” anhela rastrear una continuidad epistémica de la guerra a la paz (1992), hasta las nuevas interrogantes del siglo XXI.

Dalton figura como “pequeño-burgués” —cual sus lectores—, “intelectualista […] alejado de las bases”, “lenguaje falso”, “no se sabía quien lo había asesinado”.  Sólo “Funes el olvidadizo” emprendería la búsqueda de una continuidad del pasado al presente.  Verbo irregular, la historiografía conjuga lo adverso: la recomendación en progresivo.  La reserva crítica sólo existe en pretérito.   Esta disparidad entre el pasado y el presente la confirman ejemplos clásicos a desglosar.

En efecto, casi nadie juzgaría en Venus a una Diosa.  Tampoco la adorarían en dualidad matutina, Nextamallani, y vespertina, Xolotl, según la tradición mexica: Nishtamalini y Xulut/Shulut (¿olvidado en el Cadejo?) en náhuat-pipil.  Casi nadie imaginaría que la molendera y tortillera matutina —rectora del ciclo alimenticio y de la siembra— se convertiría en perro y paje guía de las almas hacia el inframundo, rector del ciclo de vida y de la cosecha.  Los juicios que hoy se consideran fábulas expresan creencias comunes al explicar comportamientos sociales antiguos, tal cual los criterios ante-citados contra Dalton.  Las mentiras o falsas acusaciones son hechos históricos, cuya consecuencia hoy se llama "crimen de lesa humanidad".

Acaso la misma objeción actual la suscitaría declarar “la democracia se da […] cuando el poder está en las manos de aquellos que apenas poseen nada, antes son pobres” (Aristóteles, “Política”, Libro III, capítulo 5, 1279a/1279b), por lo que “es necesario […] la escasez de riqueza” (ídem, Libro V, capítulo 7, 1308b/1309a).  O resulta “cuando la soberanía la tienen los hombres libres” que deciden “por voto, por suerte”.  Aún más polémico sería aclarar que “el hombre libre [¿el democrático?] gobierna al esclavo, el hombre gobierna a la mujer y el padre gobierna a los hijos”, ya que “las distintas partes del alma […] las poseen de distinta manera” (ídem., Libro II, capítulo 5, 1259b/1260a).  A menudo existe un profundo desfase entre los juicios originales de un hecho y sus evaluaciones venideras, pese al ideal de reciclar la “guerra/lucha de clases” (ídem., Libro V, capítulo I).

En el futuro, las certezas presentes las calificará la misma incertidumbre.  Por el carácter humano de la creencia —hecha palabra— la poética envuelve la historia.  La documentación primaria —sea tendenciosa— antecede cualquier veredicto serio del presente.  Los hechos los transmiten las palabras; a su realidad difunta se accede por testimonios orales y escritos, sin requisito vivencial.  A  exigencia pluripersonal, los recortes antes citados entonan la disonancia entre la verdad de la guerra —“la única organización pura […] es la guerrilla”— y la certeza de la paz: “lo único puro […] es la poesía” (Dalton, “Taberna y otros lugares”, 1969).  Vecina del “lenguaje hablado” (Octavio Paz, “El arco y la lira”, 1967: 21), la poesía es la “osamenta” del idioma.

*

Se llamará “fratricidio” al crimen primordial de Dalton.  Lo explica una tesis freudiana olvidada que recorta la obra del autor de “Tótem y tabú (1913) a “Moisés y el monoteísmo” (1939).  El asesinato del “padre fundador” —Dalton en sentido intelectual— inaugura una época de honda reflexión poética.  La creatividad indaga la verdadera identidad del grupo.  Así lo demuestran los múltiples escritos que proliferan en la pos-guerra, de 1992 al presente.  El lapso dibuja una línea quebrada sin continuidad manifiesta.

De resumirlo en un tríptico, el desliz de significados oscila según el transcurso de la historia.  “¡Revolución o muerte!” à “¡Muerte de Dalton en la Revolución!” à “¡Ni revolución ni muerte!” o “¡Re-volución sin muerte!”.  Este ciclo (re-) reflexivo aún no concluye en una síntesis.  El archivo original del poeta se halla disperso.  Lo oculta el desdén; quizás lo disimulan el remordimiento y la culpabilidad.  No lo sé.  Empero, las publicaciones de la “Poesía completa”, antologías, la faltante “Prosa y ensayos completos”, jamás suplirán el vacío de la documentación faltante.  Disfrazado de elogio, el expediente original vuela hacia el olvido.

A este respecto, contrasta la prontitud del archivo de Gabriel García Márquez (1927-2014) —disponible en la Universidad de Texas-Austin— con la ausencia del archivo de Dalton en El Salvador.  Sin metáfora alguna, es más fácil encontrar un expediente sistematizado en la Biblioteca de Comala, que en su país de origen.  Quizás esta flagrante omisión señale el temor de la memoria histórica por sopesar la huella del recuerdo.  Según la clásica secuencia derridiana —huella - memoria ≠ recuerdo - archivo— la inexistencia de un archivo denota la necesidad de borrar ciertas huellas.

Hecha palabra presente, la memoria difiere del archivo de la época, también dichos de la lengua.  Ambas cañadas divagan por cauces remotos, a veces sin intersección.  Sin embargo, la restitución del registro original responderá al doble sentido de la exigencia de “Los Huracaneros”.  “Enseñame dónde quedó la osamenta” refiere el significado literal —“ka:n nemi ne plumas; dónde está el plumaje”: el cuerpo difunto.  Asimismo, el difrasismo alegórico —“plumaje y osamenta”— exhorta restaurar la documentación primaria en el olvido: la permanencia ósea.

En conclusión, deuda con un crimen primordial, la historia todavía no salda su obligación pendiente.  No cataloga el archivo completo del escritor.  Menos aún, recuerda que la tragedia del asesinato co-incide con un acto creativo que recolecta el legado narrativo náhuat-pipil.  A este segundo olvido —débito histórico con una tradición— lo llamaré lengüicidio o, en griego, glotofagia.  Certifica un castellano-centrismo —más recalcitrante que el de España.  A esta institución literaria del desdén también contribuye el recuerdo.  Según un refrán en prosa, “siempre se mantiene un olvido al realzar la memoria”.

El imperativo categórico “escribe” antecede el tachón del país El Salvador. El exilio define una identidad en alternancia cíclica, en giro del recuerdo al borrón, viceversa.
    
 

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