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Incitando ciudadanías plenas: Entre la Marcha por la Diversidad Sexual y el PrideFest


Este año, caracterizado por revivir la represión social y política como políticas públicas por medio de la instauración del Estado de Excepción, la realización de la Marcha será un parteaguas en la historia política de la disidencia sexual y de género.
Publicado en junio 20, 2022

En el año 2009 ganó Mauricio Funes la Presidencia de la República bajo la bandera del FMLN. Este gané propició diálogos entre el Ejecutivo y las disidencias sexuales y de género organizadas. La apertura política propició una nueva dinámica de organización, cualificación, profesionalización y comercialización de la Marcha. Una de las características de este periodo fue el incremento exponencial de participantes, que llegó a más 18,000 en 2021 según los organizadores. Se continuó con la adopción de un lema identificativo para cada marcha. La utilización de espacios como la Plaza Gerardo Barrios, el pórtico del Palacio Nacional o el Monumento de El Salvador del Mundo para concluir la marcha, dan muestra del trabajo realizado por los organizadores para ocupar espacios simbólicos de la identidad salvadoreña para demandar ciudadanía plena para este segmento poblacional.

A partir del año 2010 se creó el Comité 28 de Junio (Comité 28J), integrado por diversas representaciones de organizaciones, comercios y activistas independientes LGBTI+ que se encargaban de organizar la Marcha. La creación de este Comité fue una tentativa de dirimir las diferencias personales y políticas entre organizaciones y activistas. Nicolás Rodríguez, principal referente de la organización de la Marcha y el Pride Fest, sobre el Comité expresó:

Para eso se hizo el Comité 28 de Junio, para que todas las organizaciones civiles estén invitadas a participar en el proceso. Tanto las organizaciones trans, como las de gays y lesbianas vamos a tener agendas distintas, pero todos tenemos puntos en los que coincidimos. Por eso es la creación del comité, porque eso es algo en lo que coincidimos, en la marcha.

Para hacer más inclusiva la participación de personas en la organización de la Marcha, se emitieron encuestas electrónicas para definir demandas políticas, trayectos, agendas, lemas y solicitar la inscripción de voluntarios para apoyar en las diferentes actividades que se multiplicaron en la década de 2010. Este proceso fue una muestra de la profesionalización y tecnificación de los eventos que integran la Marcha. La organización de tales eventos se iniciaba hasta con seis meses de antelación. Entre las actividades de organización se pueden mencionar, entre las más importantes, la gestión de fondos y recursos, cine foro, patrulla rosa, festival de cierre, evento deportivo, acto político, gestión de medio de comunicación y redes sociales. Aunque la profesionalización y tecnificación de los eventos integrantes de la Marcha redundaron en un aumento de la participación de personas, voces críticas denunciaron que se vació el contenido político y se consolidó como un evento de carácter de «comercio rosa».

En 2014 se visibilizaron esas tensiones entre la tecnificación y el vacío de contenido político de la Marcha. Previo a la realización de la Marcha, circuló por diferentes redes sociales una invitación con una imagen de la Virgen María que le estaba dando un beso a la Virgen de Guadalupe. También otra imagen de la Virgen de Guadalupe diseñada según la forma de una vagina y en letras dice: Veníte a la Procesión de la Santísima Vulva. Esta acción nuevamente causó un pánico moral en los sectores conservadores, que vieron en esa acción una afrenta contra los valores religiosos, promoviendo un intento de cancelar los permisos de utilización de la Plaza de El Salvador del Mundo. A menos de 24 horas de su realización se efectuó una cancelación de voz de dichos permisos por parte de responsables de la Alcaldía de San Salvador. Nicolás Rodríguez, en entrevista personal en 2019, me narró que hizo caso omiso a esa cancelación de voz y mantuvo la organización del evento. El CAM impidió momentáneamente la instalación de las estructuras del evento en la madrugada del sábado, sin embargo, Rodríguez interaccionó el Decreto Ejecutivo Nº 56 ante esta cancelación intempestiva. Los agentes del CAM no tenían una notificación oficial por escrito. Entonces fue la PNC la que solicitó que desalojaran el espacio para armar toda la estructura del evento.

Previa a la realización de la marcha, Nicolás Rodríguez como referente del Comité 28J desligó las actividades planificadas del 28 de junio presentadas al Ministerio de Gobernación para obtener los permisos respectivos, de la acción promovida por las Adoradoras de la Sagrada Vulva y sobretodo no haber participado en el Comité 28J para colaborar en la organización de todos los eventos:

Me llama la atención que hay organizaciones, como las que se hicieron muy famosas este año por la controversia que generaron, que nunca se han abocado a participar en el proceso de organización de la marcha. Fue una falta de respeto que solo vinieron a imponerse con su planteamiento y posicionamiento cuando no participaron en el proceso de creación de la marcha.

No obstante, la Peregrinación de la Santísima Vulva se realizó, solamente que un espacio marginal al final de la Marcha y no pudieron acceder a la Plaza de El Salvador del Mundo, punto de culminación y espacio de actividades de reivindicación política y de entretenimiento del Pridefest; no obstante, emitieron una serie de consignas de reivindicación lesbofeministas antipatriarcales y antihomonormativas.

Por su parte, las adoradoras de la sagrada vulva, promotoras de la actividad, expresaron que su intención fue politizar el deseo y el placer erótico por otras mujeres con la procesión de la santísima vulva, entendida como una acción política reivindicativa feminista y una muestra como los cuerpos hacen resistencia contra las dinámicas de opresión. También se denunció la existencia de misoginia al interior del movimiento LGBTI+, de fundamentalismo internalizados y la existencia de discursos políticamente correctos y descafeinados sobre la heteronormatividad en el propio movimiento. Dado este contexto, no es de extrañar que las lesbofeministas comenzaron a conmemorar de forma autónoma el 26 de abril Día de la Visibilidad Lésbica y el 13 de octubre Día de la Rebeldía Lésbica, como espacios políticos propios para canalizar las demandas de reconocimiento de este segmento poblacional.

La crítica de la despolitización de la marcha no es exclusiva de las lesbofeministas. Existen otras voces disonantes al interior del movimiento de disidencia sexual y de género sobre su forma de organización y finalización con un evento artístico-musical de consumo denominado Pridefest. En el año 2014, aparte del acto político tradicional, para el evento de cierre de la Marcha se incorporó la realización de un Pridefest de música electrónica en plena plaza del monumento al Salvador del Mundo. Al igual que la música disco en el siglo XX acompañó la construcción de la identidad gay, la música electrónica es parte de la construcción de identidades LGBTI+ en el inicio del siglo XXI. Incluir música electrónica, por una parte, puede ser un medio para atraer otras personas a participar de este evento, lo cual aporta en la inclusividad que promueve el movimiento LGBTI+; pero por otra, se considera que el Pridefest puede atraer únicamente a personas interesadas en consumir un producto ofertado gratuitamente, más que apoyar las demandas políticas del movimiento de disidencia sexual y de género.

Desde el origen de la Marcha al final de la década de 1990, aunque no sea parte de sus objetivos explícitos, sus participantes llegan a reproducir representaciones de género y expresiones culturales tradicionales —fiestas patronales, los viejos de agosto, cachiporristas, bailes folclóricos, una peregrinación religiosa de santos...— mezcladas con representaciones del movimiento LGBTI+ internacional como angels, las rainbow flags, música electrónica, gogo boys, etc. Las reivindicaciones políticas se diluyen en las acciones de fiesta y consumo que se desarrollan al finalizar las marchas; estableciendo una dicotomía de que las personas que marchan representarían las reivindicaciones políticas y la personas que llegan al Pridefest únicamente les interesaría el consumo en sí y no las demandas políticas del movimiento. Sin embargo, para el público externo, la masiva presencia de personas en El Salvador del Mundo representa una visibilidad política importante, convirtiéndolo, junto con el movimiento feminista, en uno de los movimientos sociales que posee mayor convocatoria en el actual momento político.

Cabe resaltar que una de las medidas de inclusión para participar en las marchas de esta década fue la gestión de fondos o apoyos institucionales para proporcionar transporte a personas LGBTI+ del interior del país. Autobuses salen de las cabeceras departamentales, principalmente, aunque también existen transportes de menor tamaño que salen de otras ciudades donde ONG´s de la diversidad sexual poseen colaboradores. Al cuestionar a diversos activistas sobre la centralidad de la realización de la Marcha en San Salvador y la importancia de realizar un proceso de territorialización de las demandas políticas, me contestaron que no existe la fuerza política necesaria en las cabeceras departamentales y otras ciudades para organizar la Marcha. Cuestionando a hombres gays del interior del país que viven en San Salvador sobre la posibilidad de realizar una Marcha al interior del país, me comentaron que las personas del interior el día de realización de la Marcha lo esperan cada año para, además de participar en la Marcha, vivir una «noche gay» en los restaurantes, bares y discotecas de San Salvador, situación que no es posible realizar en ciudades al interior del país.

La gestión de autobuses para que personas del interior del país participen en la Marcha, conlleva a otro cuestionamiento estructural en la organización de la Marcha: la influencia financiera que puede determinar agendas políticas de reivindicación. Este es un temor expresado por algunos activistas de organizaciones LGBTI+ e independientes. Este financiamiento puede representar un obstáculo, limitación y reducción de contenido político de la Marcha. Para la organización de una de las Marchas, por colocar un ejemplo ilustrativo, se necesita transporte desde 13 cabeceras departamentales, alimentación, agua, boas de pluma, sombreros de colores, sombrillas de colores, camisetas, antifaces, 1000 banderas, sonido móvil, conga bus, batucada, 250 afiches; generando un estimado mínimo de 25,000 dólares, sin contar el presupuesto para la realización del Pridefest que sería un presupuesto similar al anterior. La organización de la Marcha depende de este financiamiento para su existencia. Se asume que sin este tipo de presupuesto no se tendría la presencia masiva de personas en la Marcha.

Los poderes heteronormalizadores también vigilan las fronteras de expresión de los cuerpos. A partir de la segunda mitad de la década de 2010 se comenzaron a escuchar voces causticas que cuestionaban la exposición de cuerpos que transgredían las normas de la vestimenta y el padrón fitness juvenil que la moda impone. Estas voces cuestionaron que la presencia de cuerpos semidesnudos no abonaba a los esfuerzos de conquistas de derechos para las personas LGBTI+, argumentando que el «exhibicionismo» de los cuerpos se debería de restringir a los espacios privados e íntimos. El discurso de la «normalidad» también fue accionado como una forma de ganar respeto ante la sociedad. Incluso se llegó a solicitar la utilización de vestimenta adecuada para participar en la Marcha. Ante estas posiciones, los organizadores de la Marcha reflexionaron sobre algunas propuestas para gestionar la expresión pública de los cuerpos como la utilización de bodyPainting y potenciar la representación artística de la desnudez. Sin embargo, se debe de recordar que la Marcha conlleva una apuesta epistemológica de transgresión a la heteronormatividad hegemónica, en este caso, el solicitar vestir adecuadamente e impedir la expresión libre de los cuerpos es una reproducción del modelo heterosexual binario hegemónico el cual cuestionamos y confrontamos con nuestra simple existencia.

La Marcha, aunque es el espacio de convergencia de las demandas políticas de todas las identidades sexuales y de género, en la década del 2010 no dio abasto para exponer todas las demandas políticas específicas. Por tal situación, a lo largo de la década pasada existió un proceso de diversificación de acciones políticas y de visibilidad social. A pesar de que la Asociación Entre Amigos en la década de 2000 desarrollaba misas, ciclos de cine, conferencias, talleres, obras de teatro, etc., en la semana previa a la realización de la marcha, esto giraba en torno a la propia Marcha. En la década de 2010 esta situación se modificó. En primer lugar, tenemos el surgimiento de la Marcha contra la transfobia el 17 de mayo. Esta marcha ha canalizado las demandas políticas de las identidades trans que se encargan de su organización cada año. En segundo lugar, se encuentra la «Plegaria Rosa» desarrollada por la Asociación Entre Amigos. Esta acción política de la memoria LGBTI+ representa un acto de duelo público y colectivo para demandar de forma pacífica al Estado Salvadoreño una respuesta pronta y efectiva contra los crímenes de odio que padecen las personas LGBTI+. En algunos años se entregó el premio Crisálida como reconocimiento a personas LGBTI+ o personas/instituciones que apoyan la ciudadanía plena de este segmento de la población. La organización de hombres trans HT 503 se encarga de realizar una jornada deportiva inclusiva. Todo lo anterior se enmarca en los 40 días de activismo LGBTI+ que inician el 17 de mayo y finalizan con la realización de la marcha de la diversidad sexual en el último sábado del mes de junio.

En el marco de la realización de acciones simbólicas y políticas enmarcadas en los 40 días de activismo LGBTI+, se creó el slogan de Junio Diverso, el cual engloba a las seis semanas de activismo de visibilidad LGBTI+ que inicia con la marcha del diecisiete de mayo y finaliza con la marcha del 28 de junio. Por ejemplo, en el año 2015 realizaron las siguientes acciones: conferencias, debates y seminarios realizados por diferentes activistas en universidades; la conferencia de prensa para demandar una vida libre de violencia hacia la diversidad sexual; y por primera vez un programa televisivo de debate matutino invita a diferentes activistas para exponer las condiciones de vida de la población LGBT en El Salvador

En el año 2016, una empresa de telefonía transnacional emitió un spot publicitario llamado «Manifiesto» que insinuaba a personas y cuerpos que transgredían las normas binarias de la heterosexualidad, mostrando un proceso de normalización, cotidianidad positiva y no discriminación de personas que se puede leer como LGBTI+. Este hecho promovió que el slogan del anuncio fuera apropiado bajo el hashtag «#Esteesnuestrofuturo: Justicia Amor, Equidad, Respeto, Inclusión» por parte de personas LGBTI+ que lo adoptaron, difundieron y defendieron durante el mes de junio de ese año; hasta llegar a ser el lema que identificó a la Marcha. En ese proceso de apropiación, Las Hijas de Safo convocaron a la integración del Bloque Lesbofeminista, bajo el grito de protesta: Resistimos a la militarización cotidiana de nuestras vidas, de nuestros territorios, resistimos a la Guerra! Somos manada, Juntas nos defendemos. El punto de reunión fue el Centro cultural de mujeres jóvenes de Las Dignas, punto próximo al inicio de la Marcha de ese año. Esmules organizó por tercer año el bloque de ciclistas. Ales Lavinia se movilizaba como organización independiente, al igual que los demás colectivos mixtos que existían en ese momento.

Inauguración de la Marcha por la Diversidad Sexual 2017. Foto: Amaral Arévalo.

En el año 2017 la realización de la Marcha tuvo un elemento particular.  Su inicio fue convocado en el reciente inaugurado Mercado Cuscatlán por parte de la administración de Nayib Bukele al interior de la alcaldía de San Salvador. Varios de los que esperábamos la inauguración de la Marcha, creíamos que el propio Bukele sería quién diera el discurso de inicio de la Marcha, ya que no había otra explicación para hacer uso de ese recién revitalizado espacio capitalino. En ese entonces, tanto activistas como personas LGBTI+ asistentes, creían en las palabras de Bukele de ser un “heteroalido” y estar “en el lado correcto de la Historia” y apoyar los derechos civiles de las personas LGBTI+. Sin embargo, sus prácticas y discursos han mostrado que «está al lado correcto del poder». En el área del comercio rosa, la logomarca de Pride Fest se asienta fuertemente, y se pudo observar cómo personas LGBTI+ poseedores de marcadores sociales del privilegio de clase social, nivel educativo, identidad de género masculina y color de piel blanca se hacen presentes a los espacios de consumo y esquivan su participación como caminantes en la Marcha.

En 2018 la Federación Salvadoreña LGBTI, organismo que aglutinó más de 10 organizaciones LGBTI+ en su fundación en el año 2017, fue el ente encargado de la gestión de las actividades de visibilidad política de los 40 días de activismo LGBTI+, incluyendo la realización de la Marcha de ese año. Para iniciar el mes, se consiguió que el pórtico del Palacio Nacional fuera iluminado con los colores del arcoíris. El lema de la Marcha fue «No paremos la Marcha». Frase que hacía alusión a las dificultades organizativas que se presentaban al interior de su organización y al mismo tiempo una referencia explícita al contexto hostil y discriminatorio que permanece con mínimos cambios sociales.

Las críticas a la falta de posicionamiento político de la Marcha, a partir de 2019 se han venido desvaneciendo. Entre 2017 y 2018 el consorcio Bukele y FMLN llegó a su fin bruscamente. Esta situación provocó que Bukele promoviera la creación de un partido político propio para concurrir a la presidencia de la república en febrero de 2019. En su campaña presidencial fue claro que no promovería el matrimonio civil y la adopción de personas del mismo sexo.  Sin embargo, sus acciones fueron mucho más allá, en la primera semana de estar en la presidencia eliminó la Secretaria de Inclusión Social, y por ende, la Dirección de Diversidad Sexual y su propuesta de incluir las responsabilidades de la Dirección en el Ministerio de Cultura se percibió como un acto que disminuía la importancia de estas temáticas en la administración pública. Esta situación marcó una reacción de renacimiento del posicionamiento político de las disidencias sexuales y de género organizadas. Este hecho se visibilizó en la adopción del lema de la Marcha de 2019: «Ni un paso atrás». Este reposicionamiento político de la Marcha posiblemente fue uno de los factores para que se lograra ultrapasar los 15,000 participantes. Convirtiendo a la Marcha en uno de los mayores actos políticos no partidarios de El Salvador.

En 2020 debido a las medidas de cuarentena domiciliar obligatoria y los procesos de distanciamiento físico impuestos, para restringir la movilidad de las personas, impactaron negativamente en las actividades tradicionales de visibilidad política en los meses de mayo y junio. Las diferentes organizaciones desarrollaron únicamente actos de visibilidad política por medios virtuales. El Salvador participó en la edición mundial de la celebración del orgullo LGBTI+, y generó un evento propio denominado “Orgullo en casa SV” Y una reconocida marca de cerveza nacional emitió un spot publicitario fomentando la tolerancia y visibilidad social de las personas LGBTI+. El movimiento político partidario «Nuestro Tiempo» se posicionó a favor de la disidencia sexual y de género en un post de redes sociales, acción que ningún otro partido político hizo en esa oportunidad.

Las regresiones políticas a los derechos humanos de las personas LGBTI+ continuaron en 2021. La Asamblea Legislativa fue tomada por el partido presidencial, promoviendo acciones inconstitucionales como sustituir a los Magistrado de la Sala de lo Constitucional sin realización de los debidos procesos establecidos en la ley. Al unísono, las propuestas de Ley de Identidad de Género y la Ley de No Discriminación fueron archivadas. Esto provocó indignación en las organizaciones de la disidencia sexual y de género no alineadas con la postura presidencial. Esto conllevó a politizar las dos marchas principales de los 40 días de activismo LGBTI+. La Marcha contra la transfobia del 17 de mayo convirtió a las personas LGBTI+ en el primer movimiento social que se manifestó públicamente contra las acciones arbitrarias de la recién asentada Asamblea Legislativa. Bajo esa misma tónica, el lema de la Marcha de junio fue «La resistencia será la diferencia» y convocó a sus participantes a marchar desde El Salvador del Mundo hasta la Plaza Gerardo Barrios, trayecto tradicional de las protestas y reivindicaciones políticas de los movimientos sociales. En esta oportunidad, las fronteras de clase social, identidad de género, orientación sexual, color de piel, entre las principales, fueron levemente diluidas, al momento que todos los más de 20,000 participantes caminaran desde el punto de inicio de la Marcha hasta el Centro Histórico de San Salvador. Mostraron su descontento con las acciones de la Asamblea Legislativa y demandaron dignidad, reconocimiento y ciudadanía plena de las personas LGBTI+ en el país. Integrantes de partidos políticos de la oposición (Nuestro Tiempo y FMLN) se acuerparon con los cuerpos e identidades diversas, tratando de generan simpatía política en este sector de la población, que con cada acción de vulneración de derechos por las actuales autoridades se politiza cada vez más.

Para finalizar, en este 2022, caracterizado por revivir la represión social y política como políticas públicas por medio de la instauración del Estado de Excepción, la realización de la Marcha será un parteaguas en la historia política de la disidencia sexual y de género. La realización de la Marcha -convocada alrededor de la reivindicación de la Ley de Identidad de Género- ante la posible renovación del régimen de Estado de Excepción al final de junio y tomando en consideración la «recepción» con barricadas de la Marcha contra la LGBTIfobía el 17 de mayo en la Asamblea Legislativa, se puede asumir que el poder opresor en turno impida, ya sea de forma encubierta o explicita, la realización de la marcha en este año. La modificación del trayecto de la Marcha para que esta finalice en el monumento al Salvador del Mundo y no en el Centro Histórico de San Salvador, insinuaría a priori que las personas LGBTI+ se interesarían más en bailar y escuchar música en el Pridefest que conformarse como un movimiento social con objetivos políticos claros y contestatarios al poder dictatorial de turno. En lo particular espero estar equivocado con esta última afirmación; pero únicamente se comprobará en la participación y realización de la Marcha. ¡Fuerza a las resistencias!

PRIMERA PARTE: Retando al estigma: 25 años de la Marcha por la Diversidad Sexual en El Salvador

SEGUNDA PARTE: Desafiando la discriminación: Marcha de la Diversidad Sexual

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