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La “desciudadanización” y cómo funciona la propaganda bukelista


Generalmente estas campañas ocultan las verdaderas razones y, en su lugar, exponen motivos populares.
Publicado en julio 31, 2023
Periodista y activista social.

Hay dos tipos de “desciudadanización”. Uno tiene que ver con la pérdida de los derechos ciudadanos y el otro está relacionado con la pérdida de la perspectiva ciudadana.

El primero se inscribe al ámbito jurídico-político y sucede cuando los ciudadanos y ciudadanas pierden derechos por las razones establecidas en el Artículo 75 de la Constitución de la República: tener conductas notoriamente viciadas, ser condenado por cometer algún delito, comprar o vender votos en las elecciones, coartar la libertad del sufragio y promover la reelección presidencial. Esta última causal es muy relevante actualmente, pues -constitucionalmente- no son ciudadanos/as quienes apoyan la reelección, empezando por el propio presidente Nayib Bukele que busca un segundo mandato consecutivo amparado en una espuria resolución de la Sala de lo Constitucional impuesta por él mismo a través de sus diputados en la Asamblea Legislativa.

Y el segundo es un proceso sociológico explicado desde la psicología de la comunicación que se da cuando la población pierde el sentido de ciudadanía, es decir, la mirada crítica sobre los problemas de su entorno social, su condición de sujeto de derechos y la actitud demandante hacia las instituciones y autoridades estatales. Las personas no se asumen como ciudadanos y ciudadanas que piensan, reflexionan, denuncian, cuestionan, proponen, exigen y participan; sino que se comportan como seguidores, fans, feligreses, fieles o fanáticos

Estas personas “desciudadanizadas” ya no ven a los funcionarios como servidores públicos que deben respetar las leyes, cumplir sus promesas, implementar políticas, planes y programas para resolver los problemas y rendir cuentas por el manejo de los recursos públicos; sino como celebridades, súper héroes o semi dioses a los que deben siempre aplaudir, obedecer y defender de los ataques de los opositores, enemigos, detractores y otros demonios.

Este proceso de “desciudadanización” se observa claramente en el país: según una reciente investigación sobre el “humor social”, realizado por la Universidad Francisco Gavidia (UFG), el 51.3% de la población encuestada se definió como “seguidor” o “fan” de Nayib Bukele. Por tanto, puede inferirse que este mismo porcentaje de participantes en dicho estudio ve al presidente como su líder o su ídolo, y no como un gobernante con las facultades y obligaciones correspondientes a su cargo.

Y ¿cómo ha logrado esto Bukele?

Lo anterior es el principal resultado del uso eficiente y efectivo de un modelo propagandístico que se basa en cinco elementos claves que han sido identificados por algunos estudios realizados por académicos, organizaciones de sociedad civil, universidades e investigaciones periodísticas realizadas conjuntamente por Focos TV, Revista Factum y otros medios digitales.

1. Una estrategia de neuromarketing político, es decir, de mercadeo político basado en principios y reglas de la neurociencia, que consiste en apelar a la parte reactiva y emotiva del cerebro humano, tomando en cuenta esquemas de valores y creencias colectivas. Esta estrategia no procura que las personas piensen y reflexionen racionalmente sobre su realidad, sino que busca exacerbar las emociones y sentimientos, tanto positivos como negativos.

Por ejemplo: “en positivo” crea ilusiones, promueve sentidos de superioridad, alimenta ínfulas de grandeza, etc.; y en negativo promueve el rechazo, el enojo y el odio hacia “los otros”. Sin esta estrategia sería imposible que más de la mitad de la población -según la encuesta de la UFG- amara al presidente Bukele y odiara a sus críticos.

2. Una “narrativa fake” caracterizada por el populismo (pone al pueblo en el centro), el mesianismo (apela al credo religioso de la población), los discursos de odio (confronta permanente contra “el otro”), la desinformación (la mentira como política de comunicación), la pos verdad (busca el impacto), los relatos de héroes, los discursos negacionistas y refundacionistas y una vocería centralizada por el presidente.

“Gobierna el pueblo”, “somos instrumento de Dios”, “no somos como los mismos de siempre”, “esta es la verdadera democracia”, “hemos construido el mejor hospital y la cárcel más grande”, “por primera vez hay seguridad”, “nunca en la historia se invirtió tanto” y otros mensajes de ese tipo, cortos y sencillos, se convierten en ideas fuentes que generan adhesión, identidad y pertinencia en la gente, sobre todos los sectores de bajos niveles educativos.

3. Un poderoso aparato comunicacional que incluye medios tradicionales y un gigantesco entramado digital que actúa en forma coordinada. En lo mediático incluye la televisión, radio y diario impreso estatal; medios privados en manos del Consejo Nacional de Bienes en Extinción de Dominio (CONAB) y corporaciones privadas que, por temor o por acceso a la pauta publicitaria estatal, se alinean a la agenda y discurso gubernamental. Estos medios presentan la propaganda oficialista como información.

En lo digital el gobierno ha copado las redes sociales con miles de cuentas institucionales, de activistas, trolls centers y una red de supuestos medios digitales que difuminan la narrativa oficial adentro y afuera de El Salvador, promoviendo especialmente la imagen del presidente y sus logros en seguridad para que Bukele sea admirado en todo el mundo y en cada país pidan un presidente como él.

4. La aplicación de los manuales de comunicación en casi todas las acciones gubernamentales: la aprobación o modificación de leyes y la implementación de cualquier medida está precedida de un ejercicio comunicacional de posicionamiento y justificación previa.

Generalmente estas campañas ocultan las verdaderas razones y, en su lugar, exponen motivos populares o que son aceptados fácilmente por la población: combatir la corrupción, eliminar burocracia, reducir gasto innecesario, acabar con las pandillas, favorecer al pueblo, atraer inversiones.

5. Escucha permanente las emociones de la gente, principalmente mediante el monitoreo de redes sociales, para encauzar las acciones gubernamentales. La nueva forma de implementar políticas públicas no está basada en diagnósticos sobre necesidades de la población y estrategias planificadas para abordar los problemas, sino en el termómetro social y la medición de la aprobación, la indignación, la demanda, el rechazo, el enojo u otras emociones de la población expresadas en las plataformas digitales, lo cual difiere de cualquier forma genuina de escuchar a la ciudadanía.

Así funciona la propaganda bukelista y así se ha dado la “desciudadanización” de la mayoría de población. La sociedad salvadoreña cayó en una trampa comunicacional de la que urge salir.

Pos data: Ánimo compañeras y compañeros periodistas. Este 31 de julio y todos los días reivindiquemos el periodismo que -como decía Joseph Pulitzer- defienda la democracia, denuncie las injusticias y desenmascare a los demagogos.

    
 

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