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Aquí comenzaron los delirios faraónicos de los Hermanos Bukele

Nayib Bukele construyó, con la ayuda de su padre y sus hermanos, un relato sobre un pueblo atrasado convertido en una ciudad de primer mundo. Esta historia de Nuevo Cuscatlán se convirtió en su mantra propagandístico fundacional, el que utilizó como base para su carrera política. ¿Cuánto hay de mentira, cuánto hay de verdad?

Aquí comenzaron los delirios faraónicos de los Hermanos Bukele

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Nayib Bukele construyó, con la ayuda de su padre y sus hermanos, un relato sobre un pueblo atrasado convertido en una ciudad de primer mundo. Esta historia de Nuevo Cuscatlán se convirtió en su mantra propagandístico fundacional, el que utilizó como base para su carrera política. ¿Cuánto hay de mentira, cuánto hay de verdad?

Aquí comenzaron los delirios faraónicos de los Hermanos Bukele

Nayib Bukele construyó, con la ayuda de su padre y sus hermanos, un relato sobre un pueblo atrasado convertido en una ciudad de primer mundo. Esta historia de Nuevo Cuscatlán se convirtió en su mantra propagandístico fundacional, el que utilizó como base para su carrera política. ¿Cuánto hay de mentira, cuánto hay de verdad?

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febrero 1, 2022
26
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CAPÍTULO II: SEGUNDA PARTE

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Primera escena: plano general desde el bulevar Cuscatlán. Luego zoom in hacia la Iglesia Católica construida con ladrillos rojos.

Segunda escena: plano general en contrapicado de una de las calles adyacentes del municipio y una voz en off: «visitar Nuevo Cuscatlán en El Salvador es como estar en otro país».

Tercera escena: plano detalle de una bolsa con víveres (arroz, azúcar, té) que en el frente tiene una calcomanía con la N blanca encerrada en un círculo cian. La sostiene una anciana que se carcajea nerviosa frente a la cámara.

Cuarta escena: plano medio corto de un anciano sonriendo, tres muchachas conversando sentadas en una de las bancas del parque, un niño en bicicleta sobre una acera y dos adolescentes caminando en la calle. De fondo nuevamente la voz en off: «ancianos alegres, jóvenes emprendedores y lo que puede parecer aún más increíble: cero delincuencia».

Esta idílica producción titulada Un pueblo de ensueño en El Salvador, que el 14 de enero de 2014 publicó Primer Impacto, de la cadena Univisión, es una de las primeras publicaciones con las que Nayib y Karim Bukele crearon ese relato fantástico que manipuló el imaginario de una gran parte de los salvadoreños: Nuevo Cuscatlán era un municipio abandonado, empobrecido y saqueado, pero después que ellos lo gobernaron creció y se desarrolló, de la noche a la mañana, hasta convertirse en un paraíso adánico.

«Sin duda que Nuevo Cuscatlán se ha convertido en todo un fenómeno. Es un municipio diferente, tan diferente que sus jóvenes aquí no piensan en el sueño americano», podemos escuchar decir a Ernesto Rivas, el reportero de Univisión, mientras detrás suyo practican fútbol unos diez deportistas vestidos todos con uniformes deportivos color cian.

Pero todo, o casi todo, era falso.

De hecho, ya era un municipio diferente antes de la publi-noticia y antes que los Hermanos Bukele asumieran la administración. El 26 de enero de 2012, en una entrevista con Política Stereo, el mismo Nayib Bukele reconoció que el desarrollo de San Salvador estaba llegando a Nuevo Cuscatlán —así como también a San José Villanueva, Huizúcar, Zaragoza— y antes había pasado por Antiguo Cuscatlán y Santa Tecla.

El entrevistador repreguntó:

— ¿El desarrollo de San Salvador le está llegando a Nuevo Cuscatlán?

El entonces candidato a alcalde respondió rápido y seguro:

— Correcto. Claro, por eso todos nosotros hemos llegado ahí.

Incluso unos minutos antes de finalizar la entrevista, el Nayib Bukele de hace casi nueve años recordó que la alcaldía recibía el 5 por ciento en concepto de pago de tasas municipales por cada una de las «muchísimas» inversiones privadas que llegaban. «Entra muchísimo dinero», concluyó.

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Desde que irrumpió en política partidaria el relato es el mismo: Nayib Bukele, un joven descendiente de migrantes betlemitas y jerosolimitanos, decidió abandonar su exitosa carrera como empresario para ofrecerse como candidato a alcalde de un desconocido municipio llamado Nuevo Cuscatlán. Un grupo de dirigentes del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), organización política para la que trabajaba como publicista desde finales de la década de los noventa, le aseguró que no tenía candidato y lo aceptó. Transcurría finales de 2011.

Nayib, entonces de 30 años, compitió en las elecciones y ganó. Inmediata y mágicamente el que había sido un pueblo desconocido y olvidado cambió: la alcaldía pagó becas universitarias a todos los estudiantes con nota promedio mínima de 7.5 y los ancianos recibieron paquetes de víveres. Con la pavimentación de las calles principales fue construida una biblioteca y un parque nuevo. Las escuelas fueron reconstruidas y modernizadas, así como también fue abierta una clínica médica de alto nivel.

En resumen, este se convirtió en su mantra propagandístico fundacional, el que utilizó como base para su carrera política. Lo dijo Nayib Bukele hasta la saciedad. Lo repitió su padre Armando Bukele. Lo repitieron los integrantes de su círculo familiar. Lo repitieron sus empleados de confianza. Lo repitieron ciegamente sus seguidores. Tanto y tantos lo repitieron que se convirtió en una verdad.

Pero ¿cuán endeble es ese mito? ¿Dónde termina la mentira y comienza la verdad? ¿Cuáles son los puntos en los que se mezclan las falsedades con las aproximaciones a la realidad?

Esas y otras preguntas nos llevaron a recorrer casi de cabo a rabo el municipio. Lo observamos, conversamos con los vecinos y con líderes comunales, entrevistamos a media docena de exfuncionarios, excolaboradores de Nayib, dirigentes del FMLN y de Alianza Republicana Nacionalista (ARENA). También buscamos y encontramos documentos, imágenes y videos que nos ayudaron a reconstruir ese pasado que es una dimensión del presente.

En la mayoría de sus escenas la historia que encontramos es diferente a la que contaron los Hermanos Bukele, su primer círculo familiar y sus empleados de confianza.

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Desde el inicio de su carrera política, Nayib tuvo claridad de la estrategia a seguir: había que dejar en el pasado el tufo a Guerra Fría que todavía emanaba el FMLN, para proyectar una imagen diferente, fresca y moderna, en la que pesara más el candidato que el partido, más la propaganda que las ideas políticas, más un discurso ameno que las retóricas ortodoxas de la izquierda y la derecha, más su supuesto talante de empresario con consciencia social preocupado por los pobres y dispuesto a enfrentar las desigualdades sociales, no obstante su origen de clase.

«Yo no soy peón de ningún partido», aseguró Nayib Bukele el 24 de marzo del 2012, en la entrevista 8 en Punto, del Canal 33.

Siempre, o casi siempre, se presentó en entrevistas y mítines como un empresario independiente alejado de las tradicionales formas y esencias corruptas del ejercicio de la política partidaria en El Salvador. Y, por supuesto, hablaba claro de lo que no quería. En esa misma entrevista, por ejemplo, aseguró que su propuesta era futurista porque, según él, su propósito era que las alcaldías pasaran de ser «consejerías» —preocupadas únicamente en mantener las calles limpias— a verdaderos gobiernos locales empeñados en resolver los problemas comunitarios.

Por aquel tiempo, Saúl Hernández recién había regresado al país después de estudiar ciencias políticas en Argentina. Al verlo en la campaña llamó su atención que el candidato Bukele presentaba un mensaje renovado comparado con los tradicionales discursos de los partidos más fuertes electoralmente hablando. Entonces le escribió a su cuenta de Facebook para conocerlo y, unos meses después, se encontraron personalmente. Luego, cuando ya era alcalde, volvieron a verse y Bukele le propuso que trabajara como entrevistador en el canal que había comprado.

En la segunda conversación, Hernández notó que su interlocutor tenía una marcada visión de lo nuevo y lo viejo. «Me mostró un spot de campaña del PSOE. Luego dijo que esa era la manera en la que el FMLN debía de comunicar: más fresco, más moderno, algo que no se vinculara con lo añejo, con lo obsoleto, sino algo que lo proyectara hacia adelante». El canal salió al aire meses después con el nombre de TVX y Hernández fue uno de sus presentadores. Pero eso fue tiempo después.

A Lorena Peña, entonces diputada del FMLN, lo primero que le llamó la atención de la campaña fueron los colores, los diseños y la logística que le recordaban los de un típico partido político estadounidense, contrario a la tradicional estética de los candidatos efemelenistas generalmente vestidos de rojo. A eso sumó que Bukele y su séquito siempre vestían trajes a la medida. «Yo molestaba a los candidatos (a diputado) de San Salvador diciéndoles: vístanse un poco más fashion como los de Nuevo Cuscatlán», contó.

En la campaña de Nuevo Cuscatlán, Nayib realizó un amplio trabajo territorial. Tenía recursos. Muchos recursos. Alquiló una casa e improvisó una pequeña clínica que, en lo fundamental, proveyó con medicamentos donados por la empresa de su padre. También puso a disposición del pueblo una ambulancia.

Una excolaboradora de Nayib, que trabajó a su lado en la campaña— y que accedió a conversar con esta revista bajo la condición de no mencionar su nombre— detalló que las jornadas eran intensas: iban de un lugar a otro repartiendo camisas y llaveros, regalando flores y chocolates, amenizando fiestas, repartiendo juguetes a los niños, regalando dinero a los ancianos; desde ese entonces lo acompañaba su tradicional corte con sus hermanos, sus primos, algunos amigos y sus empleados de confianza. Al grupo se sumaban, como invitados de cuarto orden, militantes y dirigentes como Óscar Ortiz que lo llegó a presentar como candidato del FMLN.

René Hernán Pérez, quien por entonces era concejal del municipio —y en la actualidad es concejal suplente de Ever Escobar—, recordó que el despliegue territorial de Nayib fue kilométrico. «Anduvo por todas las comunidades, hablando con la gente, repartiendo dinero, camisas, alimentos. Por eso yo cuestionaba a Álvaro, porque Álvaro no salía».

Álvaro Rodríguez era el alcalde desde el año 2003. Llevaba nueve años gobernando ese municipio y pretendía seguir tres años más. Era el heredero de una dinastía que había iniciado en la década de los años cincuenta del Siglo 20 cuando su abuelo fue alcalde; su madre, Bertila Rodríguez, desempeñó el mismo cargo en las décadas de los ochenta y noventa.

En las elecciones de 2009, Rodríguez había doblado en votos a su principal adversario, el candidato del FMLN.

«Aquí Nayib era desconocido, pero rompió barreras con puro dinero. Fue la cuna del populismo. Algunas señoras decían que a Nuevo Cuscatlán había venido el Niño Dios», describió Hernán Pérez.

Nayib siguió en campaña visitando comunidades, haciendo mítines, grabando spots televisivos. En uno de ellos decía que su sueño era convertir a Nuevo Cuscatlán en un municipio moderno.

En ese entonces, Nayib creía que era «importante la descentralización» de las alcaldías, pues los alcaldes eran los únicos que conocían las necesidades de sus municipios y, además, pensaba que era necesario acabar con la política clientelar.

Sus principales propuestas de campaña eran dos: distribuir agua potable a tiempo completo y mejorar el sistema de alcantarillas. Es cierto que su programa tenía otras ofertas, pero las que más repitió fueron esas dos para evidenciar las carencias locales.

En algunas ocasiones también criticó el modelo económico del municipio. «En Nuevo Cuscatlán —manifestó en la entrevista 8 en Punto— toda la economía giraba en torno al café. Pero desapareció el café y la gente se quedó sin empleo. Actualmente lo que se hace es que cada mes le dan una bolsita de víveres a un grupito de ancianos, pero eso no te va a solucionar el problema económico del municipio».

¿Cuál era su propuesta de desarrollo económico para convertir a Nuevo Cuscatlán en el municipio modelo de El Salvador? Ni en esa ni en otras entrevistas quedó muy claro. En Política Stereo, por ejemplo, aseguró que su idea no era «construir empresas» sino «las condiciones» para que los ciudadanos abrieran sus propios establecimientos. «No llega ni un solo turista y no va a llegar ninguno porque, en primer lugar, nadie lo conoce», dijo sobre Nuevo Cuscatlán y agregó que su modelo era el Paseo El Carmen, en Santa Tecla.

También ocurrieron otras paradojas. En el publirreportaje de Primer Impacto del año 2014, Sofía Medina, entonces jefa de comunicaciones de la alcaldía, dijo a propósito de la entrega de víveres que «ahora» los ancianos mostraban «satisfacción y agradecimiento» porque antes «estaban abandonados».

El caso es que después de ganar la elección y gobernar el municipio, Nayib no solo mantuvo ese programa, sino que lo promocionó como una de sus grandes obras sociales.

Paralelamente articuló una gigantesca maquinaria mediática en redes sociales para comunicar sus mensajes. Ese experimento se convirtió, con los años, en uno de sus grandes éxitos políticos. Pero en 2012 era una herramienta más. Por eso tuvo que hacer trabajo territorial y acudir a entrevistas televisivas para lograr una mayor exposición mediática.

El mismo Óscar Ortiz lo llevó a la inauguración de algunas de sus obras, por ejemplo, a la instalación de cámaras de seguridad en los autobuses del transporte colectivo. En un reportaje de Tele 2 podemos ver a Ortiz y a Nayib, uno al lado del otro, viajando de Santa Tecla a San Salvador.

Nayib Bukele con alcaldes y dirigentes del FMLN en La Libertad. Foto CO-LATINO, Marzo 2012. Consultado en Biblioteca del MUNA.

En ese entonces Ortiz era uno de los políticos más populares del país. En una entrevista en el programa Frente a Frente, no solo se mostró entusiasmado por la candidatura de Nayib —a quien consideraba una persona con «proyección, capacidad y potencial»—, sino que habló de un plan de desarrollo económico y turístico consensuado con el entonces alcalde de La Libertad, Carlos Molina, y con el candidato de Nuevo Cuscatlán, Nayib Bukele.

Nayib siguió haciendo proselitismo, mostrándose como un político nuevo, transparente, que supuestamente compartía los principios de justicia social del FMLN, pero que también defendía la libertad, la propiedad privada y la democracia. «Nos gusta la democracia cuando nos favorece, y no nos gusta cuando no nos favorece», manifestó en febrero del 2012, en una entrevista con el entonces periodista Jorge Hernández.

Las elecciones se realizaron el 11 de marzo del 2012.  Nayib Bukele ganó la alcaldía por 277 votos de diferencia.

Tres días después, acompañado de Roberto Lorenzana y José Luis Merino, dos altos dirigentes del FMLN, se proclamó alcalde de Nuevo Cuscatlán. Lo hizo en medio de un escándalo por fraude electoral.

En ese evento, en el que también participaron su hermano Karim Bukele y su primo Xavier Zablah Bukele, una reportera de Diario Co-Latino le hizo una amplia entrevista en la que destacó, entre otras cosas, que Nayib construiría un municipio moderno: «se compromete con los doce mil habitantes del municipio a cumplir sus promesas de campaña: llevar agua potable, luz, salud, educación y desarrollo. Ahora piensa en eso, y con una sonrisa descarta cualquier aspiración presidencial».

En esa misma entrevista, dijo que para transformar a Nuevo Cuscatlán en una ciudad moderna había que ir paso a paso: «en primer lugar tiene que haber agua potable y alcantarillados en el municipio, no podemos construir la ciudad del futuro que queremos si no hay agua potable y alcantarillas».

— Es muy prematuro, pero, cuál es su aspiración política a futuro ¿Una candidatura presidencial? —preguntó la periodista.

— De aquí a 10 o 20 años uno no sabe. Pero hoy por hoy es imposible. Hay cero posibilidades de que vayamos a ser candidatos presidenciales, vicepresidenciales, ministros, diputados o cualquier otra cosa que no sea alcalde de Nuevo Cuscatlán.

— ¿Por qué no aspirar a una candidatura presidencial? —insistió la reportera.

— Porque simple y sencillamente hemos prometido una ciudad del futuro y sería injusto venir ahora con otras cosas. Hay que cumplirle a la gente lo que le prometimos, en primer lugar; y segundo, porque soy un pollito en la política y venir a pretender una candidatura presidencial sería abusivo de mi parte. Ni el partido lo considera, ni yo.

En esas elecciones, el FMLN perdió importantes alcaldías de San Salvador. Quizá por eso Nayib Bukele fue presentado, por los dirigentes de ese partido, como la tabla de salvación de unos comicios que les resultaron totalmente desastrosos.

No todo era negativo. Nayib era un rostro nuevo. Representaba la génesis de una verdadera renovación. O al menos así lo vendieron los excomandantes guerrilleros.

Roberto Lorenzana y José Luis Merino presentan al nuevo alcalde de Nuevo Cuscatlán. En esa misma mesa estaba su hermano Karim Bukele y su primo Xavier Zablah Bukele. Foto CO-LATINO, Marzo 2012. Consultado en Biblioteca del MUNA.

Por esos días, Walter Araujo, quien era magistrado del Tribunal Supremo Electoral (TSE) en representación de ARENA, declaró a los medios de comunicación que, en el caso de Nuevo Cuscatlán, donde su partido reclamaba fraude, no había ninguna duda del vencedor. Nayib, por su parte, utilizó esas declaraciones para refutar cualquier denuncia de fraude.

De ahí en adelante, nada detendría su ascenso político.

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Desde que Nayib asumió como alcalde de Nuevo Cuscatlán, los Bukele consolidaron una narrativa para allanarse el camino al poder. Construyeron un discurso con frases típicamente publicitarias.

«¿Cómo nos alcanza el dinero? Bueno, no se imaginan cómo alcanza el dinero cuando nadie está robando», expresó Nayib en el discurso inaugural de la clínica de Nuevo Cuscatlán en diciembre del 2012.

Los Bukele supieron leer el escenario del momento: indignación y hartazgo, en todo el mundo, con la política tradicional. «La gente está desencantada del sistema político. A la gran mayoría no le interesa ni un partido ni el otro. Lo que le interesa es que haya políticos honestos. Pero ya nadie cree que existen. Ojalá nosotros podamos cambiar eso», manifestó, el 17 de abril del 2012, en la entrevista Frente a Frente.

También elaboraron un guion que Nayib supo interpretar desde el primer momento: encarnar la renovación de la política y encabezar las demandas de los jóvenes salvadoreños.  «Uno de los problemas del país es que hay pocos jóvenes en política. Creo que hay que inyectarle un poco de sangre nueva a la situación, no solo porque somos jóvenes, sino porque traemos ideas nuevas, ideas postconflicto, que ya no vemos las cosas como un pleito partidario, sino como un proyecto de país», comentó en otra entrevista televisiva.

Nayib convirtió el tema de los jóvenes en una bandera política. Visitó universidades y escuelas. Habló en salones de clases y auditorios repletos de estudiantes. Hay que destruir paradigmas, dijo. La política no es mala, dijo. El populismo es bueno, dijo.

En Nuevo Cuscatlán, Nayib hizo algunas obras en los primeros meses de su gestión: terminó de instalar la clínica que había ofrecido durante la campaña, comenzó la construcción de un bulevar e inauguró una radio municipal en la que transmitía un programa todos los miércoles: los oyentes llamaban para pedirle saludos o regalos para cumpleañeros; él accedía a todos sus pedidos y, si se trataba de dinero, llamaba a su guardaespaldas que andaba preparado un fajo de billetes para repartir.

Pero desde el principio, los Bukele demolieron todo lo que olía al pasado: ideas, símbolos, obras. Todo fue destruido sin mayores justificaciones y, lo poco que quedó en pie, fue cubierto con una N y un círculo cian.

Los Bukele construyeron, poco a poco, una historia de bellezas y perfecciones, con más mentiras que verdades. Después de afianzarse en el poder aseguraron que Nuevo Cuscatlán siempre había sido un pueblo atrasado, sin agua ni luz, con calles empedradas y pisos de tierra.

Sin embargo, manipularon y deliberadamente ocultaron que desde el año 2005 Nuevo Cuscatlán había sido incluido en el puesto número diez de los 50 municipios más ricos de El Salvador, de acuerdo con el informe Indicadores municipales sobre desarrollo humano y objetivos de desarrollo del milenio, del Programa de las Naciones Unidas para El Desarrollo (PNUD).

Los Bukele y su séquito también publicitaron, como un invento propio, la entrega de becas para los estudiantes y la distribución de víveres para los ancianos. Pero mintieron. El 13 de febrero de 2013, Nayib publicó en sus cuentas de redes sociales: «Nuevo Cuscatlán invertirá 1 millón 400 mil dólares en becas».

El 5 de diciembre de 2014, El Diario de Hoy publicó que el 75 por ciento de las becas eran financiadas por Alba Petróleos y que el monto total entregado por la alcaldía, en el periodo de Bukele, ascendió a 200 mil 900 dólares y no a 3.4 millones de dólares, como él afirmó tiempo más tarde.

René Hernán Pérez, quien fue concejal en el periodo 2009-2012, aseguró que fue el alcalde Álvaro Rodríguez el que creó esos programas sociales.

Explicó, por ejemplo, que las becas fueron creadas para incentivar a los mejores bachilleres del recién fundado Instituto Nacional de Nuevo Cuscatlán. «El instituto se creó en 2009 y la primera promoción de estudiantes se graduó en 2011. Ahí entregamos las primeras 80 becas para que estudiaran en las universidades que quisieran», detalló.

Pérez, además, aseguró que la entrega de alimentos para los ancianos del pueblo era un programa tan antiguo que cuando dejaron la alcaldía eran 245 las personas beneficiadas. «Nosotros le entregamos a los más vulnerables, a los más necesitados», recordó y detalló que fundaron un centro de cómputo y una escuela de fútbol, así como un programa para enseñar inglés.

El mismo Nayib reconocía al inicio de su gestión que esos programas no eran de su autoría, que únicamente los había ampliado. Pero después se los atribuyó: «en pocos meses implementamos muchos programas, algunos de los que nos sentimos más orgullosos. Ahora, en esta ciudad emergente, Nuevo Cuscatlán, cada joven, cada persona puede obtener una beca universitaria completa», manifestó a inicios de noviembre del 2014, en la sede de la Organización de las Naciones Unidas, en Nueva York, en la celebración del Día Mundial de las Ciudades.

Mintió esa y todas las veces que siguió atribuyéndose la autoría de esos proyectos.

La obra que sí hizo Nayib Bukele fue la introducción del servicio de agua potable en el casco urbano de Nuevo Cuscatlán. Antes, los residentes solo recibían agua una hora al día, tres veces por semana.

¿Cómo se abastecían? Vidal García, quien fue el primer alcalde del FMLN, en el período 2000-2003 —y posteriormente concejal en el último periodo de Michelle Sol—, explicó que algunos vecinos abrían sus propios pozos, extraían el agua y la vendían en todo el pueblo.

Pero las cosas cambiaron con la llegada de Nayib. «Desde entonces tenemos agua todos los días. No como ellos mencionaban, que las 24 horas, pero sí tenemos agua de cinco de la mañana a siete de la noche», afirmó el exalcalde que además señaló que, durante su administración, a pesar de los terremotos de enero y febrero de 2001, fueron realizadas obras públicas como la construcción de la carretera que conecta con Santa Tecla, pavimentación de calles, inauguración de guarderías y la edificación del mercado municipal.

Los Bukele y sus empleados, en su afán de destruir el pasado para apropiarse del presente, demolieron el edificio de la alcaldía y el parque —remozado apenas unos meses antes que llegaran al poder— para construir una plaza y el cubo-biblioteca; lo hicieron, sin embargo, tan apresuradamente y con tan deficiente planificación que olvidaron que las plazas públicas necesitan algunas cosas básicas.

La Dirección de Auditoría II de la Corte de Cuentas de la República (CCR) hizo un examen a las obras públicas proceso de contratación y ejecución del proyecto obras preliminares de terracería y demolición para remodelación de plaza municipal y al proceso de licitación, adjudicación y ejecución del proyecto de remodelación y ampliación de la plaza municipal de Nuevo Cuscatlán.

La principal conclusión de los auditores fue que en el diseño del proyecto el entonces alcalde Bukele, sus funcionarios y los empleados municipales olvidaron incluir el desarrollo de «obras complementarias» y la instalación de juegos mecanismos para niños.

Estos fueron sus olvidos:

- Juegos mecánicos infantiles por 45 mil 247 dólares.

- Basureros circulares por 960.50 dólares.

- Bancas metálicas por 1 mil 422 dólares.

El 12 de noviembre de 2016, Bukele mandó a la Corte su respuesta: «las obras complementarias (…) no se concibieron inicialmente en el proyecto de remodelación y ampliación de la plaza (…) y no se le solicitó al diseñador, pues durante la ejecución del proyecto se presentaron situaciones ajenas que obligaron a la construcción de la barda en el costado que linda con la iglesia (…) los juegos mecánicos y otras obras complementarias fueron definidos en el transcurso de la ejecución del proyecto».

Es decir: Bukele y su administración aceptaron que inicialmente diseñaron la plaza de Nuevo Cuscatlán sin bancas para los visitantes ni basureros para los desechos, así como también sin juegos mecánicos para los niños y que en el camino se dieron cuenta que los parques necesitan bancas, basureros y juegos mecánicos para los niños.

En su informe los auditores respondieron: «los juegos mecánicos, basureros, bancas, barreras de protección de cobertura vegetal y grama en las zonas de los árboles, son partidas comunes para los diseños de los parques, por lo que debieron haber sido proyectados inicialmente y no incurrir en erogaciones adicionales».

En el juicio de cuentas JC-III-002-2017, periodo enero-2014/abril 2015, la Cámara Tercera de Primera Instancia de la Corte de Cuentas sentenció: los señalamientos de los auditores aplican únicamente para proyectos financiados con dinero FODES, mientras que Bukele y su administración estaban pagando con préstamos comprados a las cajas de crédito de Ahuachapán, Santiago Nonualco y Santa Ana, préstamos que después pagaron con dinero FODES.

«La deficiencia identificada contiene defectos (…) no constituyen una camisa de fuerza que impida que bajo algunas circunstancias imprevistas, las obras no sean modificadas», puede leerse en la resolución JC-III-002-2017 a la que se tuvo acceso a través de una solicitud de información.

Entonces no.

Los Hermanos Bukele y su séquito no transformaron a Nuevo Cuscatlán en la «ciudad modelo de El Salvador».

Lo que sí hicieron fue apropiarse de las obras de sus antecesores y presentarlas como suyas.

Héctor Abad Faciolince, en su libro de viajes Oriente empieza en El Cairo, escribió: «así hacían al menos los faraones: se apropiaban de los logros de sus predecesores. En las columnas de los templos los soberanos que llegaban después superponían los cartuchos con su nombre a los cartuchos precedentes, para hacerse pasar como los constructores de lo que erigieron otros faraones».

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Entre finales de 2019 e inicios del 2021 visitamos Nuevo Cuscatlán más de una docena de veces con el propósito de reconstruir una historia que, hasta ese momento, tenía pocos contrastes.

Nuevo Cuscatlán es un pequeño municipio de La Libertad, con apenas 15 kilómetros cuadrados y más de seis mil habitantes. Sus calles son estrechas y están deterioradas: la plancha de asfalto ha comenzado a revelar el antiguo pavimento. Todavía sobreviven algunas casas de adobe y tejado. Buena parte de sus residentes, excepto una parte de los que viven en el casco urbano y las residenciales, viven en condiciones precarias. Hay una pequeña plaza, un parque con juegos infantiles, una biblioteca descuidada. El mercado es una exigua construcción de locales que pasa desapercibido para los turistas. Quizá por eso algunas mujeres prefieren tender sus canastos con frutas y verduras en las aceras de algunas calles.

A simple vista, es un pueblo tranquilo, pacífico, sin violencia, donde lo único que abundan son borrachos consuetudinarios durmiendo en los andenes. Pero lo cierto es que la Mara Salvatrucha controla una parte de la zona urbana y en las zonas rurales.

«Estos bichos no son violentos como los pandilleros de otros lados», nos advirtió un residente del municipio que nos acompañó en algunas de nuestras incursiones. Se refería a unos jóvenes que se pusieron alertas, inquietos, cuando se percataron que caminábamos hacia las comunidades que rodean el Polideportivo.

Foto Revista Elementos. Un grafitis de la Mara Salvatrucha (MS-13) en un muro en Nuevo Cuscatlán.

El municipio también se endeudó aceleradamente en la última década. «Esta deuda de más de $5 millones es algo que se viene arrastrando desde la gestión de Bukele», denunció en mayo del 2016 el entonces concejal Gerardo Barón.

En el Portal de Transparencia, la alcaldía de Nuevo Cuscatlán no ha subido un solo documento para transparentar sus gastos. Ni uno solo, a pesar de que la Ley de Acceso a la Información Pública está vigente desde el 8 de mayo de 2011.

Los cambios radicales que anunció durante la campaña electoral de 2011 principalmente ocurrieron en los spots publicitarios. Ni siquiera concretó el proyecto de alcantarillas. Mucho menos lo que anunció el 12 de mayo de 2012: llevar al municipio 1 mil millones de dólares en inversión privada.

En distintas ocasiones, Nayib aseguró que su único interés era gobernar Nuevo Cuscatlán al menos 10 años para convertirlo en una ciudad del primer mundo.

Pero su popularidad le abrió las puertas para gobernar San Salvador. Y, entonces, sus intereses cambiaron. «Los seres humanos valemos lo que somos. Si uno es veleta y dice lo que le conviene, probablemente no hubiera tenido altercados con mi partido por la LAIP o por el problema con ANDA», comentó la noche del 20 de agosto del 2014, cuando anunció que había aceptado competir por la alcaldía de San Salvador.

Pero su candidatura por San Salvador es otra historia.

INTRODUCCIÓN: Nayib no existiría sin el primer Simán

CAPÍTULO I

PRIMERA PARTE: Alá y la unción de Nayib

SEGUNDA PARTE: Cómo se hicieron millonarios los Bukele

CAPÍTULO II

PRIMERA PARTE: Nayib, un pastor evangélico y una historia de traiciones

Luis Canizalez
David Ernesto Pérez

2 comments on “Aquí comenzaron los delirios faraónicos de los Hermanos Bukele”

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