El análisis de los discursos pronunciados en las trece sesiones plenarias ordinarias celebradas por la Asamblea Legislativa entre el 1 de marzo y el 31 de mayo de 2023 —en promedio cinco horas por cada sesión, más de 60 acumuladas— permite confirmar que dos de los temas más frecuentes (no son los únicos) en la propaganda de los diputados de Nuevas Ideas y de sus partidos aliados, es decir, Gran Alianza por la Unidad Nacional (GANA), Partido Demócrata Cristiano (PDC) y Partido de Concertación Nacional (PCN) son los mensajes religiosos que, según los expertos, se hospedan fácil y cómodamente en las emociones de los sectores más acríticos de las iglesias católicas y evangélicas, aunque principalmente de estas últimas; y los infaltables mensajes que atribuyen toda una paleta de características a Nayib Bukele: fidelidad, infalibilidad, magnanimidad, omnipotencia, paternalismo, protector, redentor, valentía y otras.
Los mensajes, concatenados y vistos en perspectiva, narran una historia en la que Dios muestra el camino para sacar a El Salvador de su sempiterna crisis y el presidente Bukele, como su «instrumento», emprende todas las acciones para llegar a ese camino, gracias a esa supuesta relación íntima entre ambos y a su capacidad sobrehumana que le permite ocupar, de acuerdo con la propaganda, todo lo habido y por haber en el espacio-tiempo: lo mismo participa en la creación del Plan Control Territorial, en la ideación de los planes de turismo, salud pública o de economía, muy al estilo de los autoritarismos personalistas de los siglos 19 y 20, donde los presidentes hacían todo y se ocupaban de todo. Los diputados, mientras tanto, como actores de cuarta importancia en la narración, no tienen más propósito que garantizar «gobernabilidad» y esperar, un día, tocar al líder para recibir sus dones.
Si bien son importantes, estos ejes ocupan un lugar más en el sistema de mensajes elaborados en Casa Presidencial, extendido a todas las instituciones controladas, incluso la Fuerza Armada que debe ser apolítica y no deliberante por ley, así como también la Asamblea que debería, según la Constitución, tener independencia del Órgano Ejecutivo. Además, todos estos mensajes se suman a la idea de la refundación de la nación que tiene por propósito justificar el desbaratamiento de la institucionalidad, la inutilidad de los derechos humanos, los mismos de siempre, entre otros.
Dios me habla y el diablo me tienta
Es evidente que la mayoría de los ciudadanos se confiesa creyente y se adscribe, principalmente, al cristianismo como su religión. En 1995, el 56.7 por ciento de los salvadoreños se declaraba católico. En 2009 el 99.5 por ciento de 1 mil 254 encuestados por el Instituto Universitario de Opinión Pública (IUDOP) de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA) aseguró que creía en Dios y una gran parte afirmó que acudía a la Misión Cristiana Elim y al Tabernáculo Bíblico Bautista Amigos de Israel.
El año pasado, en una investigación del Centro de Estudios Ciudadanos de la Universidad Francisco Gavidia (CEC-UFG), el 40 por ciento de los encuestados se declaró evangélico y el 44 por ciento católico y, de esos, la mitad aseguró haber tenido la experiencia de ser tentada por el diablo y que Dios la castiga o dirige su vida.
Mario Vega, pastor de la Misión Cristiana Elim, explicó que a finales de la década de los 70 el crecimiento de las iglesias evangélicas se intensificó y continuó a ese mismo ritmo en los años posteriores a 1992. Entre los años 2003 a 2004 se estabilizó y se mantiene en la actualidad.
«Lo están utilizando para lograr afinidad, empatía, conexión; es un uso político y perverso», opinó Óscar Picardo Joao, director del Instituto de Ciencias de la UFG recordando, además, que esta estrategia comunicacional fue clara desde que el 21 de julio de 2021 los diputados, con la mayoría cian, decidieron reformar la Ley de Símbolos Patrios para instalar en el Salón Azul de la Asamblea, con letras doradas, la frase «puesta nuestra fe en Dios».
«Estas narrativas toman del sustrato de la cultura», coincidió Claudia Ivón Rivera, docente de comunicaciones de la UCA.
En privado no existen evidencias que comprueben que el presidente Bukele practica una religión, al margen de la confesión musulmana que tenía su padre, Armando Bukele Kattán, que fue el fundador de la iglesia islámica en el país y que en la actualidad está bajo el control de Emerson Bukele Quintanilla. En público, sin embargo, fue en octubre de 2014 la primera vez que dijo que era cristiano y que había aceptado a Jesucristo. El 7 de enero de 2019 publicó un mensaje en sus redes sociales después de que fue divulgada una fotografía suya en una mezquita. En esa publicación escribió: «Si Dios quiere que nuestro país continúe sufriendo, ganará el FMLN, y si Dios quiere que nuestro país cambie (…) nos dará la victoria».
Luis Aguilar, académico de la UCA, en el texto El uso de la religión por los candidatos a presidente de El Salvador 2019, aclaró que hasta la campaña presidencial de ese año «el centro de sus mensajes en redes sociales nunca fue la religión».
Esto, sin embargo, cambió después de que asumió la presidencia y del intento de golpe de Estado a la Asamblea, en febrero de 2021, y por lo contrario parece intensificarse cada vez más.
Las narrativas religiosas impulsadas por la Asamblea, en específico por los diputados de Nuevas Ideas y sus aliados, deben entenderse como una trinchera más del sistema de mensajes creado por la Familia Bukele.
Estos son algunos de las alusiones religiosas pronunciadas por los diputados de Nuevas Ideas que no pueden entenderse sino correspondiendo a las narrativas de Casa Presidencial.
El 12 de abril de 2023 el diputado Edgardo Mulato dijo: «Gracias a Dios que este gobierno ha puesto las manos en diferentes áreas del país y ahora es el turno del pueblo salvadoreño». Ese día intervino en la reorientación de 1 millón 600 mil dólares que debieron llegar a la caja del Ministerio de Obras Públicas y Transporte (MOPT). «Gracias a Dios y a este gobierno las cosas están cambiando», concluyó.
Ese mismo día, en la renovación del régimen de excepción, el diputado Guillermo Gallegos, de GANA, comentó: «Tenemos paz, seguridad y tranquilidad, primero gracias a la voluntad de Dios, que Dios se acordó de nosotros; segundo, gracias a la decisión y determinación del presidente Nayib Bukele».
Ernesto Castro, presidente de la Asamblea, también expresó: «Gracias a Dios la transformación en este país ya comenzó y no se va a detener».
Después de las vacaciones de Semana Santa, específicamente el 2 de mayo, a propósito de la aprobación de una ley para reforestar La Ruta de las Flores, el diputado Samuel Martínez dijo: «Vamos a seguir dándole a El Salvador esa gobernabilidad que necesita para seguir haciendo los cambios. Con la fe puesta en Dios vamos a seguir trabajando».
Estos mensajes, de acuerdo con Mario Vega, de la Misión Elim, sí tienen impacto en los creyentes evangélicos porque los toman «como una expresión de cristianismo» y, por esto, «hay gente que cree que él (Bukele) es evangélico porque habla mucho de Dios». El pastor, sin embargo, matizó: entre la población en general y las iglesias protestantes no existen mayores diferencias políticas e ideológicas; si la mayoría es oficialista, los fieles también lo serán. Aunque también admitió que un sector de esos creyentes, que tiene menor formación académica y teológica, se adscribe a la máxima bíblica que dice que las autoridades han sido puestas por Dios y, desde esa lectura llana, van en pos del proyecto oficialista de acumulación del poder.
Recordó, sin embargo, que las alusiones religiosas no son nuevas. Lo hacía, según él, Roberto d´Aubuisson Arrieta que en intervenciones públicas amenazaba públicamente a personajes de la época y, para despedirse, invocaba bendiciones. Posteriormente lo retomaron todos los presidentes, desde José Napoleón Duarte y, más recientemente, Elías Antonio Saca González, que en la actualidad paga una condena luego de haber confesado que robó dinero público.
Esto también lo hicieron, aunque en menor medida, los expresidentes Carlos Mauricio Funes Cartagena y Salvador Sánchez Cerén, del FMLN, según Rivera.
«Desde el primer momento Nayib Bukele se asoció a sí mismo como el representante de Dios», señaló la académica.
@misionsocial Extracto de la prédica de #PastorCarlosRivas Ministro de la #IglesiadeDios en #Guatemala dirigidas en #ElSalvador ♬ sonido original - Misión Social
Los dones que vamos a recibir
Desde 2014 Bukele es valorado positivamente en los resultados de las encuestas de opinión. A finales de ese año el 46 por ciento de los encuestados lo consideraban el mejor candidato, muy por encima de quien entonces era su principal contendiente, Edwin Zamora. En 2015 su popularidad había aumentado diez puntos. En 2017, después de romper con el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), seis de cada diez salvadoreños estaban dispuestos a respaldar con su voto su futura candidatura presidencial. En las elecciones de 2019 encabezó y, sin dificultades, ganó.
Como mandatario la peor calificación que recibió fue de 7.69 y en mayo de 2023, según el IUDOP, los salvadoreños lo calificaron con 8.48, muy superior a las notas que, por ejemplo, recibía el expresidente Sánchez Cerén.
Con Bukele, sin embargo, el sistema de mensajes no se ha limitado a proveerle credibilidad estable como gobernante. Hay más. Los ciudadanos lo ven, según Picardo Joao, como un «fenómeno de culto».
«Todos los ministros, los diputados, constantemente cualquier cosa que hacen o que dicen lo relacionan con el nombre de él y eso ha calado, digamos, también con el uso de la propaganda y se ha creado este sistema de culto a la personalidad» refiriéndose a que ese sistema proyecta en Bukele una serie de aspiraciones de los ciudadanos que lo convierten en una imagen de referencia: honorable, fuerte, creyente, disruptivo, joven, empresario, entre otros.
En las sesiones plenarias analizadas los diputados mencionan al presidente cada vez que tienen oportunidad. Y si no viene al caso también lo mencionan. Lo mismo aprovechan para hablar de sus atributos cuando sus alocuciones tratan de una exención de impuestos para la introducción al país de donativos, la declaratoria del Día Nacional del Biólogo, la reorientación de dineros del Presupuesto General de la Nación, reformas legales de cualquier índole o hasta la legalización de tierras en caseríos dejados de la mano del Estado.
Estos son algunos ejemplos de los discursos de los diputados de Nuevas Ideas alabando al presidente.
El 1 de marzo de 2023 el diputado Walter Alemán atribuyó al «trabajo articulado» con Casa Presidencial la exoneración de impuestos para la introducción al país de 44 mil libras de alimentos que iba a recibir la Iglesia Kemuel, regentada por el pastor Carlos Hasbún. «Eso estamos viendo nosotros: el trabajo articulado del Gobierno del presidente Bukele, esta Asamblea, las diferentes comunidades, la iglesia católica y la cristiana».
Ese mismo día el diputado Saúl Mancía atribuyó a Bukele la implementación de los agro-mercados. Estos, sin embargo, tienen más de dos décadas de ser organizados por alcaldías, comunidades organizadas e inclusive por instituciones públicas. Aunque el propósito de su intervención debió ser justificar la modificación del Presupuesto General para hacer llegar a la caja del Ministerio de Hacienda 5 millones de dólares para el pago de los subsidios al transporte colectivo, no desaprovechó la oportunidad para la adulación. «El gobierno del presidente Nayib Bukele está tomando una serie de medidas para paliar el tema de los costos de la vida, en todos los sentidos», dijo.
En la siguiente sesión plenaria, del 7 de marzo, la diputada Dania González se deshizo en elogios para Bukele. «No solamente tenemos al presidente mejor evaluado de toda la región de América Latina; no solamente tenemos al mejor líder y quien tiene altos índices de aprobación, arriba del 90% por todas sus estrategias», dijo.
El tema, sin embargo, no era la burbuja de popularidad del mandatario. Era, más bien, otra modificación presupuestaria para reorientar 1 millón de dólares. Pero ella lo aprovechó para hablar de los resultados de las encuestas de Cid Gallup y sumar su cuota al culto a la personalidad.
«Dios ha sido bueno y contamos con el presidente Nayib Bukele que ha venido solventando todas esas deudas antiguas». Esas palabras, que pronunció el diputado Juan Carlos Vásquez, de GANA, fueron a propósito de la legalización de propiedades en Candelaria de la Frontera, Santa Ana. Y, aunque eso también lo hicieron los gobiernos de Mauricio Funes y Salvador Sánchez Cerén, con mucha más publicidad y a mayor escala, según él las administraciones «anteriores» no lo hicieron.
«La oportunidad única que tenemos de un gran líder y un gran presidente que tiene y ha dicho el pueblo es primero (…) su servidor está listo para seguir apretando este botón para seguir dándole la gobernabilidad al presidente», dijo el diputado Felipe Interiano, de Nuevas Ideas, ese mismo 30 de marzo.
«Es un fenómeno de transferencia, como una varita mágica», describió Picardo Joao refiriéndose a que la construcción y la consolidación de la imagen de Bukele, que inició hace más de una década cuando era alcalde de Nuevo Cuscatlán, es tan sólida que es el único punto de referencia de Nuevas Ideas reconocido por los ciudadanos.
«Si el presidente se aleja de una de estas figuras o la descarta pues inmediatamente desaparecen del imaginario de la gente», agregó y recordó lo que sucedió en las municipales y legislativas de 2021: muchos de los candidatos tuvieron como principal estrategia tomarse una fotografía o montar un diseño con la imagen de Bukele. Eso provocó que en esas elecciones los electores salieran a votar por él, aunque su rostro no estaba impreso en ninguna papeleta.
«Nuestra situación es tan mala y tan precaria que buscamos proyectarnos en una figura y la gente encontró esa figura en el presidente», comentó.
«Es una estrategia de mercado bien inteligente en la que la credibilidad es solo de él», concluyó Rivera.